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legar a la final del Reducido fue un trámite para el charrúa. Berazategui resultó un sparring sin valentía. Ni bien el juego en el Gabino Sosa empezó a tomar color, con el visitante no pasó naranja. Y Central Córdoba jugó su juego. No se desgastó, fue inteligente para manejar los tiempos, los espacios y tuvo al único jugador distinto, Nicolás De Bruno, que con un pase profundo posibilitó que la jornada fuera más tranquila todavía. De sus pies nació el gol del 2 a 0 de la llave semifinal (el 1-0 de ayer) a los 42', y eso permitió que desde el entretiempo en Tablada ya se pensara en el próximo rival: Midland.
Los azules contaban con la ventaja del 1-0 como visitantes (más la deportiva por haber finalizado más arriba en el torneo) y supieron utilizarla. Los naranjas no dieron indicios de entender que debían atacar para alcanzar los dos goles para cambiar la historia. Cómo será que recién patearon al arco a los 39', con un remate alto de Rodríguez.
Córdoba no había llegado con contundencia, pero sí lo había intentado varias veces, entre ellas una de Figueroa apenas arriba a los 23'. Y hasta había tenido un penal que el árbitro prefirió ignorar a los 14', cuando lo empujaron a Fiorina (ahí se lesionó) para que no conectara en el área chica.
Claro, el juez no pudo dejar pasar la infracción del penal que definió todo a los 42'. De Bruno lo vio picar al Tero Villagra al centro del área y desde lejos se la dejó en los pies. A Iribarne no le quedó otra que bajarlo y a Martín Salinas no le pesó la responsabilidad de patearlo al palo izquierdo de un arquero que eligió tirarse para el otro lado.
Semifinal liquidada. Si Berazategui no tenía respuestas para convertir dos goles, ni hablar de marcar tres.
Su técnico metió otro punta en el entretiempo, pero nada cambio. Y cómo será que la visita quedó sin respuestas que sólo ensayó un cambio más y se ahorró el tercero. Se notaba que por más que intentara no podría complicar a un equipo charrúa bien parado, que no se apartó de su libreto ganador.
Si Vaquero pudo cuidar a Fabello (tiene 4 amarillas) y lo sacó a veinte minutos del final. Si Berazategui avanzó unos metros y pateó un par de veces al arco de un seguro Leguizamón porque no le quedaba otra que esforzarse para demostrarle a su numerosa hinchada que al menos intentaría asustar.
Es más, a los 75' las banderas del naranja empezaron a guardarse. Las azules y rojas se sacudieron mientras los hinchas se animaron a cantar que "con estos... no jugamos nunca más".
Pero la realidad, más allá de este trámite, indica que al equipo que dirige Marcelo Vaquero le quedan las dos finales ante Midland, sobre el que también tiene ventaja deportiva, y luego sí aparecerá el gran desafío por el ascenso en la promoción: Italiano.