
Sábado 27 de Marzo de 2010
La postal de despedida fue dramática.Los pibes de Cuffaro Russo levantaron las manos llenos de
bronca y resignación tras una nueva derrota en el Gigante. Los silbidos fueron una sentencia
impiadosa, contaminados de impaciencia y especulaciones matemáticas. El palco oficial estaba vacío
porque los dirigentes se retiraron enseguida, ya que todos los insultos apuntaban en esa dirección.
Los reclamos ganaron en intensidad tras el pitazo final de Gabriel Favale y el 0-2 con Huracán que
fabricó la angustiosa sensación de fin de ciclo, no confirmado ni definido por ninguna de las
partes. Central volvió a caer de rodillas en su casa con la más absoluta impotencia. Un rival sin
jerarquía lo dejó pinchado y a la deriva.
Los hinchas despidieron a los jugadores con un grito desgarrador. “Y pongan huevo, la
p... que lo parió”. Eran expresiones tribuneras que no buscaban respuestas, eran una descarga
automática después de otra derrota inesperada. Esta vez el cachetazo lo sirvió Huracán, con las
pisaditas de Toranzo y poco más. Por eso el dolor caló hondo en las tribunas y multiplicó las
preocupaciones de siempre. Por eso, Cuffaro Russo decidió irse sin hablar del Gigante de Arroyito,
con gesto de resignación, para no agitar ningún fantasma antes de tiempo. Su preparador físico,
Horacio Vigna, sólo atinó a decir: “Esto sigue mañana (por hoy)”. ¿Seguirán ellos?
El coro de cierre del partido representó un gran pulgar para abajo. Para abajo, para todos.
Sin distinciones. Los directivos se marcharon rápido, algunos de los principales hacia el
vestuario, y ahí el asesor canalla Manuel Usandizaga, el tesorero Hugo Ruggiero y el vicepresidente
Juan Carlos Di Felice mantuvieron una charla con Cuffaro Russo, que a las 12.30 salió de esa zona y
se subió al micro sin hacer declaraciones. Se lo notó golpeado como nunca, abatido.
Para entonces, unos cinco jugadores, los primeros que salieron, lo acompañaban y de ellos
sólo Hernán Galíndez habló de la situación (ver página 5). Luego se fue uniendo al resto para
retirarse tarde del Gigante hacia Arroyo Seco.
Las cabezas no se despegaban del piso y, mientras la mayoría de la gente se había ido del
Gigante con mucha más resignación que bronca, unos pocos se quedaron para insultar a los jugadores
y el cuerpo técnico, generando algo de tensión en la zona del estacionamiento canalla, pero sin que
pase a mayores.
La primera jugada dirigencial fue no dar a conocer anoche ninguna posición antes de tiempo.
La idea de los allegados al Vasco Usandizaga es dejarlo mover a Cuffaro en las próximas horas. Y si
no aparece alguna señal del técnico, recién allí podrían surgir los cónclaves y las sentencias de
escritorio.
Por lo pronto, la sensación que se habrían llevado es que Cuffaro no tendría fuerzas para
seguir y que hoy mismo, en una reunión que se presume será al mediodía, daría un paso al costado.
Lo cierto es que nadie esperaba esta caída con Huracán. El desarrollo del fin de semana será
fundamental para rearmar las piezas en el convulsionado fútbol canalla. Sobre todo teniendo en
cuenta que los directivos quedaron divididos luego de los contactos para encontrarle sucesor al
entrenador luego del empate en La Plata.
Ayer Central fue un equipo sin norte. Abatido. Tirado a la suerte del destino y a lo que
pueda aportar el derrotero de los rivales directos en la lucha por sobrevivir en primera división.
Como jugó ante el Globo parece que no está en condiciones de depender de sí mismo. La derrota lo
metió de prepo en la zona de promoción, lo desestabilizó y lo llenó de preguntas en el momento
menos oportuno.
Números
Si es por números, no se puede decir que Cuffaro Russo haya fallado. Hay que recordar que empezó 11 puntos abajo de Racing y 10 de Gimnasia, y que con una fecha más los supera a ambos. La decepción es porque el equipo hizo un muy buen Apertura y se cayó a pedazos en el Clausura. Además, después de aquel arranque espectacular de temporada, de los 78 puntos que le siguieron sumó sólo 27.