La búsqueda incesante contra el repliegue permanente. La apuesta por ganarlo contra la labor, loable por cierto, de aguantar hasta donde se pueda. Puede sonar injusto decir que la derrota de Central fue injusta, pero fue lo que sucedió. Aquella imagen de Montoya volando en la última jugada del partido para tapar el remate de Castillejos tal vez sea una postal de una noche aciaga en el Gigante para Russo, sus jugadores y los hinchas, en la que el Canalla hizo méritos suficientes para merecer mejor suerte. Aunque también paseó algunas limitaciones en eso de no poder vulnerar el acertijo que este sorprendente Colón le puso frente a sus narices.
No hacía falta ser un erudito en el tema para intuir que Central iba a tener toda la carga del partido sobre sus espaldas. Ni más ni menos que lo que sucedió. Por eso el Canalla tomó posesión del campo y de la pelota, pero de ahí en más había que cumplir con una parte del libreto sustancial. También la más difícil. El traslado fue a veces pausado y otras con más ímpetu, pero siempre con la pelota en los pies de los jugadores auriazules.
Pero romper ese cerrojo que puso el sabalero delante de Montoya no resultó tarea sencilla. En esa búsqueda, el disparo de media distancia comenzó a aparecer como recurso principal. Así lo entendió Acuña (3’), quien le pegó desde afuera, fuerte, pero desviado.
Encina iba por derecha, Carrizo por izquierda, Nery acompañaba y Méndez intentaba lo suyo. Pero el correr de los minutos se fue transformando en otro rival para Central, que poco a poco fue topándose con el bloque defensivo de Colón y con sus propias limitaciones.
Y casi que no hubo acciones que invitaran a creer en una noche tranquila. Apenas una arremetida de Méndez que terminó en la humanidad de un defensor sabalero.
Mientras, Colón no hacía otra cosa que esperar su momento. Y lo encontró. Fue cuando entre Nery Domínguez y Donatti no pudieron interrumpir la arremetida que Luque dio con la pelota en los pies y tras una diagonal hacia el centro terminó con un remate al primer palo. Imposible para Caranta.
Amén de las debilidades canallas, el descanso llegó con cierta cuota de injusticia. Porque Central tuvo el disparo de Méndez que se estrelló en el travesaño y el cabezazo de Berra que terminó en el córner tras dar en el travesaño.
Méndez insistió a los 2’ del complemento, pero tampoco pudo en lo que hasta ahí ya era una réplica en cuanto al juego de los primeros 45. Es que más que nunca Central contó con todo el terreno a su disposición, con la pelota también, pero en una constante de chocar una y otra vez. Igual, la figura de Montoya se fue agigantando.
El uno sabalero fue clave cuando envió la pelota al córner tras un cabezazo de Donatti que pedía red (68’) y ni hablar segundos más tarde, cuando otra vez Donatti, tras un centro de Ferrari, metió otro testazo bajo, que cayó sobre la línea de sentencia.
A todo eso, Russo con los cambios tiró el equipo adelante, mientras Colón se refugiaba cada vez más, sin sonrojarse. Por eso aquellos mínimos espacios quedaron reducidos a su máxima expresión, obligando a meter pelotazos frontales, todos presa fácil para los centrales rivales, o bien con remates desde lejos.
Por intermedio de Carrizo, ya en tiempo de adición, pudo llegar el empate, pero la mala noche ya estaba consumada. Y esa remontada auriazul que se esperaba tras el traspié en Mendoza no llegó. Desde el juego lo de ayer fue otra cosa. Pero el resultado otra vez le dio la espalda.