Son dos de las principales cuerdas vocales que tiene el coro canalla que dirige el Patón. Matías Caruzzo y Néstor Ortigoza saben que mañana Central se jugará gran parte del pellejo deportivo del año en Córdoba. Sus racionales pensamientos potenciaron el sentido común en la tensa espera. Ninguno esquivó el bulto a la hora de hacer frente al enorme desafío que tiene el club frente a su golpeada nariz. Los laderos y auténticos fundamentalistas del proyecto Bauza pusieron sobre la mesa de diálogo lo que significa de verdad medirse ante Temperley, ya que el grueso de la comunidad canalla da virtualmente por hecho el pase a la final de la Copa Argentina porque minimizan el calibre del rival de turno. "Sabemos que será un partido muy importante. Acá no hay que subestimar a nadie. Si ellos llegaron hasta esta instancia habrá sido por algo", resumió con simpleza el Gordo como para que aquel hincha que esté cantando arriba de una nube vuelva a poner los pies sobre la tierra. "No podemos subestimar a nadie. Además en mi cabeza eso no existe. Hay que demostrar y hacer las cosas que tengamos que hacer para poder ganar el partido", acotó a su turno el defensor, que reaparecerá en los escenarios pese a que no se recuperó del desgarro detectado tras el triunfo en el clásico ante Newell's.
El hilo copero marca que el canalla es un firme habitué del torneo más federal. Las últimas cinco ediciones lo tuvo entre los cuatro finalistas. Se ganó el respeto de todos de manera progresiva, pese a que perdió tres históricas finales consecutivas: Huracán, Boca y River. A eso hay que agregarle el eslabón perdido de la temporada pasada en Formosa ante Atlético Tucumán.
La realidad marca ahora que Central se presentará mañana a la tarde ante Temperley en pos de acceder a una nueva final. Lo hará sabiendo que no llega nada bien en la Superliga. Y que recién no dejó dudas en la Copa Argentina en el reciente derby ante la Lepra en cancha de Arsenal de Sarandí.
Por más que el termómetro popular indique un elevado índice de confianza en torno a la clasificación frente al Gasolero, lo cierto es que Matías Caruzzo y Néstor Ortigoza no se subieron al frenético tren irracional que moviliza a los simpatizantes auriazules en la vigilia de un encuentro sumamente importante para la región de Arroyito.
"No podemos cometer errores ante un rival que siempre trata de jugar. Incluso en esta clase de partidos no se pueden cometer errores, porque se pueden pagar caro", deslizó Ortigoza a la hora de analizar al equipo celeste y los recaudos que deberán tomar puertas hacia adentro para no sucumbir en la ilusión.
"El domingo (mañana) es el momento de ganar. Hay que tratar de apostar a jugar una final. De apostar y jugar un partido más, tenemos esa posibilidad", comentó a su turno con marcado optimismo Caruzzo antes de brindar una sincera confesión sobre la lesión en el aductor que se le diagnosticó al otro día de haber vencido y dejado en el camino a Newell's.
El defensor dijo, con lujo de detalles, que "si bien los tiempos son un poco cortos y justos, venimos haciendo un esfuerzo para tratar de llegar al partido lo mejor posible. El desgarro fue grande, venía molestando desde Patronato y a veces a uno lo emocional le gana a lo racional, por eso traté de seguir jugando. Luego llegó el clásico y decidí entonces hacerme un estudio al otro día porque por dentro sabía que algo tenía", remarcó sin titubear.
Sin embargo, el ex San Lorenzo estará mañana paradito en la zaga central junto a Marcelo Ortiz. Todos saben que no está ni estará al ciento por ciento. Pero la fuerza de voluntad supera a cualquier parte médico o evaluación táctica en la previa de un encuentro de sumo interés para todo Central, porque si vence a Temperley luego deberá cruzar los dedos para que River le gane a Boca así se asegurará automáticamente un lugar en la próxima edición de la Copa Libertadores. Claro que después será momento de que la dirigencia nutra al plantel sin pifiar tanto, si es que no quiere quedar rápido en el camino, como le sucedió hace poquito en la Copa Sudamericana, certamen en el que el tuvo debut y la despedida casi al unísono.
Mientras el grueso de la gente imagina una festiva excursión a Córdoba en medio de un fin de semana largo y hasta descorcha a cuenta, Ortigoza y Caruzzo toman distancia y miden lo que viene con la vara de la realidad. Ninguno necesita besarse el escudo para demostrar respeto por el club. Tampoco ofrecer frases dulces para los habitantes de termolandia. No son del riñón canalla. Tampoco son falsos. Hacen lo suyo en el vestuario, la práctica o en los partidos, más allá de que a veces pueden tener una mala jornada.
Aunque lo que nadie puede poner en tela de juicio es que los dos defienden como pocos el proyecto Bauza y se brindan al ciento por ciento por un Central que sigue sin encontrar el norte, pese a que la Copa Argentina es la obsesión más cercana que tienen a mano.