Marco Ruben es el emblema del Central de Coudet. Juega cada pelota como la última y tiene al arco rival entre ceja y ceja. El nueve regresó a Arroyito con el deseo de dar la vuelta olímpica y está cerca de lograrlo
Marco Ruben es el emblema del Central de Coudet. Juega cada pelota como la última y tiene al arco rival entre ceja y ceja. El nueve regresó a Arroyito con el deseo de dar la vuelta olímpica y está cerca de lograrlo
Marco Ruben es el emblema canalla. El delantero es la bandera del equipo aguerrido que armó el Chacho Coudet. De perfil bajo y tranquilo afuera de la cancha, cuando se ponen en marcha los partidos se transforma en un gladiador inclaudicable que disputa cada pelota como una fiera. Además en lo suyo, que es el gol, no suele no dilapidar las oportunidades. El artillero auriazul, de 30 años, sueña como capitán levantar el trofeo de la Copa Argentina en la finalísima ante River. Sabe que está ante una chance irrepetible y más allá de quién haga el gol de Central en este cotejo decisivo, su máximo deseo es gritar campeón en el Mario Alberto Kempes.
Ruben es un trotamundos del fútbol. Porque el delantero de Capitán Bermúdez dio sus primeros pasos como profesional en Arroyito y luego llevó sus goles a diferentes partes del planeta. Tras sus comienzos en Central prosiguió su carrera por River, Recreativo de Huelva y Villarreal de España, Dinamo Kiev de Ucrania, Evian de Francia y Tigres de México, antes de retornar al canalla.
Y en el momento de pegar la vuelta lo hizo con el deseo ferviente de entregarle a Central todo su potencial goleador y plasmar en la cancha la vasta experiencia que acumuló por los clubes que transitó. El regreso de Marco no fue para pasar inadvertido. Volvió con la gran ilusión de relanzar al club a los primeros planos del protagonismo. Y este objetivo lo cumplió con creces junto a sus compañeros. Porque el año pasado el equipo canalla fue un gran animador del torneo local y además llegó a la final de la Copa Argentina. En este 2016 hizo una auspiciosa Copa Libertadores y ahora vuelve a instalarse en el partido decisivo de la Copa Argentina, encuentro en el que dirimirá el título frente River en 90 minutos a suerte y verdad.
Ruben siempre mantuvo un perfil bajo. No es de hacer declaraciones estridentes y lo mejor que tiene para decir lo expresa jugando al fútbol adentro de la cancha. Encuentra paz cuando sale de pesca y le gusta el folclore, gustos poco habituales en la nueva camada de futbolistas profesionales. Es más, cuando Marco daba sus primeros pasos en el profesionalismo el propio Chacho lo bautizó como el "Niño viejo", para rubricar la madurez del delantero ni bien puso un pie en la primera división.
El nueve auriazul puede tener partidos buenos y flojos, pero lo que nadie le podrá reprochar es el compromiso con disputar cada pelota como si fuera la última. Es el primer defensor del equipo a la hora de recuperar el balón, les muerde los talones a los defensores rivales en la salida y jamás levanta la pierna en una pelota dividida. Por eso es el emblema del Central del Chacho. Por su concentración, predisposición para ir al frente, intensidad para jugar y por tener siempre al arco de enfrente enfocado entre ceja y ceja.
Ruben pretende que cuando se realice la premiación de la Copa Argentina el trofeo de campeón esta vez esté en sus manos. No quiere ni acordarse de la escandalosa final de la edición pasada cuando el bochornoso arbitraje de Diego Ceballos le dio el título a Boca. El capitán canalla ahora va por la revancha, que anhela que sea en buena ley y con el deseo de poder festejarlo a lo grande.