Los hinchas que se dieron cita en el Malvinas Argentinas renovaron el compromiso de fidelidad en las buenas, pero mucho más en las malas. Son esos locos lindos que mantienen vivo el espíritu de amor incondicional a la camiseta, sin esperar nada a cambio, muchas veces con los bolsillos flacos de recursos. Algo que sin dudas siempre influye. Por eso anoche, pese al favoritismo de Boca en la previa, a la última goleada sufrida frente a Banfield en el Gigante por la Superliga y a que se trataba de un partido apenas de octavos de final de la Copa Argentina, igualmente un grupo nutrido de hinchas dijo presente por estos lares desandando los casi 900 kilómetros que separan a Rosario de la cautivante capital mendocina. El aguante puede más y Central tuvo algo de respaldo al pie de la cordillera de los Andes.
Es cierto que esta vez no concitó la enorme expectativa que generaron los últimos choques ante Boca, ya que en la edición 2015 se trató de la final, que terminó en escándalo y celebró el xeneize. Y el año pasado fue como una especie de revancha que se tomó el canalla eliminado a Boca en cuartos de final. Los duelos se habían disputado en Córdoba y en un estadio Mario Kempes que estuvo a reventar en las dos ocasiones. Pero ayer la historia era otra.
Anoche los hinchas auriazules ocuparon la popular sur del pintoresco Malvinas y a medida que se acercaba el horario de inicio del partido fueron desplegando las banderas identificadas con los distintos barrios rosarinos. El pueblo canalla volvió a estar junto a su camiseta en una parada complicada. Y se quedó con toda la fiesta en una cancha colmada de xeneizes que sufieron un duro golpe. El canalla lo hizo y dio el batacazo.