"Aprovechamos nuestra presencia en Barcelona para visitar la Masía, para ver cómo trabajan, y la verdad es que quedamos muy sorprendidos. Sabíamos que era una marca registrada a nivel mundial en la formación de jugadores, pero comprobamos que la formación va más allá del deporte y que la educación y el nivel humano es fundamental".
Matías Lammens, el presidente de San Lorenzo, razona como si hubiera descubierto América. Las inferiores son la materia prima de las instituciones. Así en Barcelona como en la China. Pero, siempre hay un pero, ¿qué dirigencia de institución importante está dispuesta a pagar el costo político de bancar el proceso de crecimiento de sus futuras figuras precarizando resultados? Ninguna, ni siquiera la de Barcelona.
Sólo con recorrer la nómina de futbolistas convocados para el partido del miércoles con Juventus por la Champions se comprueba lo obvio: a la hora de la verdad importa ganar, todo lo demás son buenas intenciones.
Ter Stegen; Semedo, Piqué, Umtiti y Digne; Paulinho, Busquets, Iniesta; Rakitic, Suárez y Deulofeu.
Un alemán, un portugués, un camerunés nacionalizado francés, otro francés, un brasileño, un croata y un uruguayo conformaron la base del equipo. Más allá de estos 7 titulares, entre los que no estuvo Messi, al menos tres de los cinco jugadores más importantes del equipo no son españoles, ni lo fueron de los tiempos de Guardiola para acá. Otros futbolistas generalmente titulares son Javier Mascherano y el francés Dembele, lesionado hace un tiempo. Rafinha (brasileño), Arda Turán (turco), André Gomes (portugués) y por supuesto Leo.
Neymar quiso irse del Barsa y los catalanes no sólo lo tuvieron que dejar ir, sino salieron desesperados a buscar un reemplazo. Jamás decidieron apostar por las inferiores.
Se mencionaron nombres carísimos como Mbappe y Coutinho y terminaron en Paulinho. Ahora parece que insistirán por la estrella de Liverpool ¿Cuál es la marca registrada a la que se refiere Lammens? Que Barcelona esté organizado y ofrezca una fachada ideal no significada nada más que eso. O en realidad mucho más que eso.
Hace unos días, Rakitic puso el dedo en el ventilador con la renovación contractual de Messi.
"No puedo asegurar al cien por cien que se quedará. Lo que puedo decir es lo mío, que sí, veo a Leo como siempre. No lo hablamos porque todos confiamos en lo mismo y espero que él también. Creo que siente el cariño del vestuario y la directiva. Creo que Leo sabe que es parte del club y que tiene que estar aquí. Yo confío que esté aquí para siempre. Confío en nuestro presi y en Leo. Su nombre es parte del escudo. No viene de ahora, es toda su trayectoria, claro que sería un palo duro. Yo también quiero la foto de Leo. Lo único que podemos decir nosotros, es que lo queremos aquí y que tiene todo nuestro apoyo y que todavía queda mucho viaje por hacer juntos".
Si Messi, un argentino, es parte del escudo, que sin dudas lo es, ¿cuál es la política formativa de uno de los clubes más importantes del mundo? ¿Apostar a las inferiores o al reclutamiento de futbolistas de cualquier país abusando del poderío económico y las desigualdades que se profundizan cada vez más en el planeta fútbol?
"La Masía, a nivel de juveniles, es para el fútbol argentino la Meca, es lo que nosotros admiramos, lo que queremos ser, lo que ambicionamos todos los clubes argentinos", dice Lammens emocionado en un bla, bla, bla compulsivo del que seguramente se desdirá ante la primera contingencia.
La Meca, como la califica el mandamás de San Lorenzo, depende, como todo en el fútbol, de los resultados. ¿Alguien puede dudar del fuerte lazo estético que existe entre Gerardo Martino y el club catalán? No. Esa relación, que nunca es amorosa y siempre es de conveniencia, duró lo que permitieron los resultados.
Si la emoción de Lammens fuera genuina y no bla, bla, bla, ¿por qué todavía no confirmó al Pampa Biaggio como entrenador?
Simplemente porque no está seguro, porque no cree que tenga espaldas para bancar los primeros temporales que en algún momento llegarán y porque no forma parte del proyecto de club que conduce Lammens.
El martes, en TyC Sports, Rodolfo D'Onofrio, presidente de River, hizo una defensa muy emotiva de lo que pretende de su club.
Juró que a los entrenadores de inferiores no les pide resultados sino jugadores para la primera división y que esa modalidad no sólo fue parte de su gestión, que finaliza en unos días, sino que se profundizará en los próximos 4 años si es reelecto.
Del dicho al hecho... Cuando se fue Lucas Alario la política institucional se fue al tacho y las urgencias le rompieron la billetera y las ilusiones de una política de inferiores francamente ponderable pero casi impracticable. Así llegaron de un plumazo Nacho Scocco, Javier Pinola, Enzo Pérez, Germán Lux, el uruguayo Nicolás De la Cruz, su compatriota Marcelo Saracchi y el colombiano Rafael Santos Borré. Y ahora, que la suerte le fue esquiva en la Copa Libertadores y está lejos en el torneo, otra vez la necesidad saca a flote nombres de figuras que nada tuvieron que ver jamás con la historia de River: Silvio Romero, Franco Armani y Lucas Pratto no tienen ningún vínculo anterior con la entidad millonaria, pero el club necesita volver a ganar rápido.
Así de sencillo, así de crudo, pero real aunque los discursos estén llenos de frases bonitas y de buenos deseos. Primero ganar y después proyectar. No es lo ideal, ni queda lindo, pero es la realidad de los principales clubes del mundo.
Lammens quedó impactado por la Masía, pero hará todo lo contrario. Igual que Barcelona.