El día que Egdardo Bauza desembarcó en Arroyito hizo mención a la necesidad de sumar un volante central "con características bien definidas" y entregó como ejemplo la forma de jugar "del Pichi Mercier", a quien había dirigido en San Lorenzo. Desde ese tiempo a esta parte la dirigencia canalla se movió para complacer el pedido del técnico, pero todavía ese jugador no llegó. Está previsto que lo haga la semana que viene y la idea es poner le pie en el acelerador por Diego Arismendi (ver aparte). Más allá del nombre para esta ocasión, la historia del Patón como técnico va de la mano con la preferencia por un volante central de marca, que imponga presencia a la hora de la recuperación. Ejemplos hay de sobra. En su inicio como técnico en Central,Vélez, Liga Deportiva Universitaria, Colón, San Pablo y cuanto equipos haya dirigido, siempre buscó tener ese futbolista que pueda pararse delante de los zagueros centrales para transformarse en un defensor más, pero cuya misión es romper el juego del rival. Lo que en el fútbol se conoce como "robar y entregársela a un compañero".
Quizá el ejemplo de Mercier sea el que mejor le cabe a esta historia. Tal vez por ser el más reciente, también por el resultado que tuvo ese San Lorenzo (fue campeón de la Libertadores 2014), pero sobre todo porque en aquel equipo también jugaba Néstor Ortigoza, hoy en el canalla. Y lo que quiere el Patón es lograr algo similar, que el Gordo tenga a su lado un todoterrerno que le haga el trabajo sucio.
Esa vez Bauza hasta se dio el lujo de aferrarse a un esquema que no siempre utilizó (4-2-3-1), pero a ese equipo el volante de contención no le faltó. Es que si hay algo que caracterizó al Patón es que sus equipos deben mostrar cierto equilibrio, generalmente entregado por ese jugador netamente posicional y con un libreto claramente establecido.
Se recuerdan los inicio de Bauza como técnico, en Central, donde primero Diego Erroz y después Daniel Quinteros y Hugo González fueron los encargados de cumplir ese rol. Podía jugar uno u otro, pero las características eran similares.
Llegó el tiempo de Vélez y la cosa no varió. Leandro Somoza fue, generalmente, el elegido por el entrenador. También de características particulares, Somoza encerraba muchas de las cualidades que el Patón advierte tiene que tener un jugador en ese puesto: un futbolista de recorridos cortos, que pueda ser la rueda de auxilio del resto de los volantes a la hora de tirarse a los costados y, por supuesto, colaborar con los centrales.
No se apartó de ese postulado futbolístico cuando arribó a Colón. Por ese entonces Martín Romagnoli estaba en un gran nivel y fue el jugador sabalero elegido por el técnico.
El punto más alto en la carrera del Patón fue en Ecuador, donde con Liga consiguió su primera Copa Libertadores, en 2008. Es verdad que ese equipo jugaba de una forma de local y alteraba su imagen de visitante (básicamente por la altura que hay en Quito y de la cual el equipo supo sacar ventaja), pero el orden siempre fue prioridad. Y el emblema en ese puesto fue Patricio Urrutia. Para muchos, un baluarte de aquel equipo.
Prácticamente no hace falta ahondar en detalles de la importancia que tuvo Mercier en el San Lorenzo campeón de la Libertadores en 2014. Era un central más, el pacman del mediocampo y sin dudas el gran ladero de Ortigoza.
Ahora Bauza no parece dispuesto a romper con todos esos grandes postulados futbolísticos que pregonó a lo largo de su carrera y que tampoco resignó en San Pablo, donde descargó esa responsabilidad en Hudson. Por la cantidad de partidos en el fútbol brasileño, la rotación es más común, pero a la hora de los partidos clave, sobre todo por la Libertadores (el tricolor llegó a semifinales), Hudson, a quien incluso el Patón le dio la cinta de capitán, recibió ese rol preponderante.
Ahora en Central se pensó en Rinaudo, también en Yacob y parece que los cañones finalmente apuntarán a Arismendi. Amén de los nombres, Bauza pidió un 5 el día que llegó (Gil no es un 5 tradicional) y no pareció un capricho del momento. En su larga historia como entrenador siempre buscó tener un jugador de ese estilo.