Aquello de que lo que arranca mal termina peor fue así. Central le dio vida a ese razonamiento. Una inocentada de Pinola alteró los ánimos de un equipo que debió jugar prácticamente desde el vestuario con uno menos y que al partido lo sufrió más de lo que lo jugó. El 3-1 llegó sobre el final, pero la diferencia a esa altura era lo de menos. Porque en el juego la diferencia fue clara y el corazón no le alcanzó al canalla para sumar al menos un punto, que le hubiera servido de mucho.
Los partidos suelen tener mojones, quiebres. Anoche en Banfield tuvo el suyo. Porque cuando los equipos recién se estaban acomodando en cancha y lejos estaban de incomodarse apareció la jugada de la discordia, en la que Pinola abrió con vehemencia el brazo sobre Brian Sarmiento, lo que desembocó en la expulsión del zaguero canalla. Otro partido para jugar. Y lo fue. Porque todo lo ideado por Montero se hizo añicos en un puñado de minutos. Musto a la zaga central y Colman como único volante de contención. Resultado: el Taladro tuvo tiempo y espacio para hacer de las suyas.
Pero la noche le tenía preparada otra estocada a Central. El rápido gol de Banfield, cuando las pulsaciones canallas todavía estaban en ebullición. El intento de salida de Musto encontró al Ruso Rodríguez tocándole el pie y haciéndole perder la estabilidad. Quien dijo gracias fue el Gordo Sperduti, a quien le quedó servida la pelota para empujarla al gol. De ahí en más todo iba a ser una odisea para Central. De hecho su juego quedó reducido a aguantar como podía, a salir con enormes dificultades para apostar a alguna genialidad del hasta este momento deslucido Teo Gutiérrez.
Apenas un remate de Colman, muy débil, a las manos de Hilario Navarro y otro de Camacho, también desde afuera del área, que le entró mordido. Demasiado livianitas las intenciones para frenar a un Banfield que tuvo todo para ponerle ya el moño al partido, pero al que le faltó inteligencia, creatividad y algo de definición. Porque Sarmiento, Sperduti, Bertolo y compañía manejaban la pelota como querían, pero sólo en un par de ocasiones pudieron generar peligro en el arco del Ruso Rodríguez. La más clara fue una contra en la que Cvitanich equivocó el pase a Sperduti para que el ex Newell's se fuera directo al gol.
El 0-1 fue el mejor resultado de ese primer tiempo en el que Central intentó aguantar sin que Montero mandara a la cancha a alguien (Menoosse salió a calentar 5 minutos después de la expulsión de Pinola) para recomponer líneas.
Esa liviandad de Banfield fue lo que mantuvo a Central en partido. Y casi lo paga caro. Porque a los 3' del complemento, Carrizo encontró un regalo tras un rebote y metió un derechazo cruzado para marcar un empate que le ponía otra tónica la partido y a prueba a los dos equipos. Mientras, Montero ni se inmutó para mover el banco y, de nuevo, reacomodar piezas. Pero el descalabro en Central seguía existiendo y por eso tres minutos más tarde Leguizamón no tuvo otra que bajar a Sarmiento en la puerta del área. De ese tiro libre llegó el tanto del enganche del Taladro, ante una quietud llamativa de parte del Ruso Rodríguez.
Definitivamente el partido se transformó en una rulteta rusa, con Central defendiendo con dos y a veces hasta con uno, exponiéndose a cualquier contra letal.
Teo tuvo una jugada por izquierda pero al centro lo sacaron sobre la línea y no mucho más. Banfield tampoco hizo mucho para lucirse o hacer que el triunfo fuera más cómodo. Se mostró conforme con que el fútbol de Central no le hiciera demasiado daño.
Hasta que llegó la jugada en la que Colman (de flojísimo partido) hizo falta. Penal sobre la hora para que Cvitanich sí metiera el resultado bajo siete llaves. Y de ahí en más no hubo tiempo para nada en un partido que Central peleó más de lo que lo jugó, que corrió siempre de atrás y en el que puso la mejilla.