Una noche conmovedora de una jornada inolvidable. Una fiesta interminable por los campeones mundiales, por los héroes de Qatar, con Lionel Messi, Angel Di María y Lionel Scaloni, los profetas locales, como máximos estandartes, como el Dibu Martínez, Rodrigo de Paul, Julián Alvarez y compañía. Lo que faltaba para complementar semejante conquista en Lusail y aquella llegada al país que quedó grabada a fuego en la memoria colectiva. Todo alrededor de un partido de fútbol, Argentina y Panamá, que sirvió de excusa, pero que tuvo un broche de oro con el golazo de tiro libre de Leo sobre el final para el 2 a 0. Un rato antes. la Scaloneta destrabó el partido con otro tiro libre del Diez en el palo y el rebote que capturó el más pibe, Thiago Almada. Y, como pasó el día de la consagración, no podía faltar el instante dramático, cuando el mejor de todos quedó tendido en el piso más de lo esperable, después de una violenta falta en el primer tiempo y lo primero que se vio fue sangre en su rodilla derecha. No pasó de ahí y la fiesta terminó completa.
Hubo partido, claro. Que sirvió de excusa. Ante una ya de por sí débil Panamá, que llegó con equipo alternativo porque el principal jugará el martes con Costa Rica por la liga de Naciones de la Concacaf. Fue el postre, el disfrute final de una jornada extensísima, cargada de felicidad, de goce, sin la parafernalia de los instantes después del logro conseguido.
Aunque los corazones se paralizaron cuando el panameño Galván le entró durísimo a Messi con los dos pies para adelante. Iban 13 minutos, lo hizo volar por el aire y lo dejó tendido. Lo primero que se vio fue la rodilla derecha ensangrentada, pero ahí no fue el golpe que no llegó a dañarlo, el rosarino se paró y cuando estrelló su tiro libre en el caño superior izquierdo, el susto volvió a dejarle de nuevo lugar a la fiesta.
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Como en los 120 minutos ante Francia, como en la locura del micro descapotable en festejos que amenazaban con desbordarse, la angustia también se hizo presente. Es Argentina, al cabo. Aunque la explicación haya que buscarla en un rival que no quería ser partenaire de una fiesta ajena y se pasó de la raya. La sangre en la rodilla de Messi en realidad ya estaba desde el calentamiento previo, cuando sufrió un resbalón y se lastimó, pero la acción mostró lo áspero de la noche pese al rótulo de amistoso.
Fue el instante en que más importó un juego dominado lógicamente de principio a fin en ese primer tiempo por Argentina, pero donde le costó una enormidad al equipo de Scaloni penetrar la defensa hasta con 10 hombres de los panameños, que resistieron estoicos, con alguna fricción de más.
El tiro libre de Messi fue lo más importante de esa primera etapa, que se picó con esa falta pero a la que la selección no pudo encontrarle la vuelta, inclusive con algunas asistencias mal dados por el mejor del mundo, todo una rareza.
En el complemento ya la selección titular empezó a modificarse, con los ingresos de Lisandro Martínez, Lautaro Martínez y Thiago Almada por Nicolás Otamendi, Julián Alvarez y Alexis Mac Allister. En el cuarto de hora se metieron Leandro Paredes y Paulo Dybala por Enzo Fernánedez y Paulo Dybala. Un minuto antes, Guerra le sacó el gol a Fideo, que hubiera sido la mejor despedida del partido. Promediando el complemento, fue el Huevo Acuña el que permitió los aplausos para Nicolás Tagliafico.
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Todo seguía enmarañado, hasta que Messi pateó su cuarto tiro libre de la noche, el segundo que dio en el ángulo aunque esta vez en el derecho de Guerra y el rebote lo mandó a la red el más pibe del plantel, Thiago Almada, tras pifia de Paredes. Fue a los 32 minutos.
Y a los 44', Messi pateó el séptimo de la noche y esta vez sí la clavó para que la fiesta sea completa. Marcó el gol 800 de toda su carrera y el 99 con la camiseta de la selección.
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