Puso la otra mejilla. Esta vez en Asunción. Argentina volvió a defraudar. Y
Paraguay no lo perdonó. El equipo nacional pecó de inocente en todo momento y se volvió con las
manos bien vacías y los bolsillos llenos de preocupación de cara a un futuro cercano. Perdió 1 a 0
y quedó relegado al quinto puesto de la clasificación general de las eliminatorias. En otras
palabras, se instaló en zona de repechaje. Mientras que los guaraníes sacaron su boleto al Mundial
de Sudáfrica. Y lo hicieron bajo la conducción de un rosarino: Gerardo Martino.
Paraguay expuso con convicción su planteo ofensivo de movida. Se paró en cada
una de las líneas con el aplomo de los que marcan una tendencia. Y aprovechó la inestabilidad
colectiva que envuelve con crudeza al equipo nacional para ser el verdadero patrón de juego.
Mientras que Argentina estaba en caída libre. Se notaba que aún estaba bajo los efectos del
cimbronazo brasileño. Era un manojo de impotencia. Exhibía fisuras por acá y por allá.
El primer momento de tensión nacional se produjo a los escasos siete
minutos. Haedo Valdez desnudó las limitaciones actuales del Negro Domínguez y Heinze al alcanzar a
conectar con su derecha estirada un centro envenenado. Pero el debutante Romero estuvo rápido de
reflejos. El uno alcanzó a meter el manotazo y pudo desviar el balón, que terminó pegando en el
palo derecho del ex Racing.
Mientras el medio integrado por Mascherano y Gago cedía cada metro del terreno,
los locales crecían vía Barreto y Santana. Además, los dos tanques guaraníes estaban en posición
ofensiva listos para lastimar a una defensa que estaba en emergencia deportiva.
En medio de una notoria superioridad anfitriona, Santana tuvo en sus pies la
chance para abrir el marcador, tras una asistencia lanzada por Haedo Valdez ante el cierre estéril
de la zaga albiceleste. Aunque otra vez apareció Romero, que terminó haciendo estrellar la pelota
en el horizontal.
Parecía que los palos estaban aliados con el descompensado equipo de Diego. Pero
a los 27 minutos llegó la estocada letal. Toque y toque en medio paraguayo. Triangulación entre
Cabañas, Barreto y Haedo Valdez, quien terminó de capitalizar la destacada acción en materia
ofensiva. Golazo del punta guaraní, quien definió con un sablazo cruzado. Hasta el descanso,
Argentina estuvo perdida. Naufragó entre la impotencia y la incapacidad de reacción.
El complemento no tuvo correlato con el primero. Es como que el equipo del Tata
Martino estaba regulando las acciones, pese a lo endeble que seguía siendo el elenco nacional.
Encima, no aprovechaba la superioridad numérica tras la expulsión de Verón.
Ni los ingresos de Pocho Lavezzi y el Loco Palermo amagaban con cambiar el curso
del magro resultado. Tampoco el debut del Flaco Schiavi sobre el final. Demás está remarcar que los
albicelestes no le encontraban la vuelta al encuentro, pese a los desesperados intentos por
revertir el destino.
Parecía escrito que la noche terminaría siendo una pesadilla. O, mejor dicho,
una prolongación de lo todo lo malo que había iniciado Argentina en Rosario con la derrota frente a
Brasil. En definitiva, el hecho de haber quedado en zona de repechaje no es casualidad. Como
tampoco lo es que Paraguay haya sacado su boleto al Mundial de Sudáfrica de la mano de un conductor
rosarino.