La realidad indica que el equipo argentino de Copa Federación está a un paso de la Zona Americana. Tal como se suponía. Porque se dio la lógica con la derrota parcial de 2-0 ante Estados Unidos en Pilar, Buenos Aires, por la primera ronda del Grupo Mundial II. Como se esperaba, nada pudieron hacer Paula Ormaechea y María Irigoyen ante el poderío de las hermanas Serena y Venus Williams, que se juntaron para intentar devolver a su equipo al Grupo Mundial.
Ormaechea, 121º del ranking de la WTA, cayó ante Venus (11º) por 6/3 y 6/2, mientras que la tandilense Irigoyen (197º) jugó uno de los mejores partidos de su vida y claudicó ante Serena (1º) por 7/5 y 6/0.
La serie continuará hoy con el cruce entre Ormaechea y Serena, con la necesidad de que la santafecina produzca el gran batacazo y gane el partido. De lo contrario la eliminatoria quedará resuelta, más allá de lo que suceda a continuación en el compromiso entre Irigoyen y Venus. Y luego, en caso de ser necesario, se jugará el dobles.
El Pilará Tennis Club se vistió de gala para la ocasión y observó en primer turno una buena actuación de Ormaechea, quien sacó a relucir su buena derecha y movimientos interesantes sobre polvo de ladrillo y complicó a Venus durante un largo rato, algo muy meritorio.
Es que el partido dependió totalmente de la norteamericana, quien tardó unos 40 minutos en adaptarse y luego demostró por qué sigue vigente a los 34 años, y también sacó a relucir buena parte del repertorio que la llevó a ganar 46 torneos en el circuito, siete de ellos de Grand Slam.
Con la ventaja para Estados Unidos, el segundo punto adquirió mayor trascendencia sobre todo porque a esta altura el estadio estaba repleto y desbordado, se estima que por unas 400 personas más que las 2.500 permitidas.
Serena salió a jugar contrariada, con dudas y por eso estuvo siempre abajo ante la entusiasta Irigoyen hasta el noveno juego, que la tandilense ganó y dejó el marcador 5-4.
Serena se mostraba incómoda y la tandilense, con una zurda picante y buenos saques, más mucha movilidad de piernas, se daba un gusto grande y jugaba quizá el mejor partido de su carrera.
La menor de las hermanas Williams quebró por primera vez a Irigoyen (6-5) y desde allí decidió no vacilar más, lo que le permitió ganar ocho juegos seguidos y así llegó al resultado final que reflejó la distancia sideral que existe entre una y otra.