Acopia millas desde hace años. Y experiencia en casi todos los puntos cardinales del planeta. Las raíces de Andrés Marinangeli son made in Pérez. Su presente es Bolivia debido a que es el entrenador del sorprendente Real Santa Cruz, que es uno de los principales animadores del fútbol boliviano. Sin embargo, el técnico de 41 años forjó su carrera en Europa, Asia y Europa antes de hacer base como cabeza de grupo en esta parte del continente americano. “Sí, hace más de diez años me fui de mi ciudad y ando de un lado hacia el otro tratando de progresar en esta profesión”, narró el exarquero de Central y Renato entre otros conjuntos. “El objetivo actual es mantener la categoría y ver si podemos clasificar a algún torneo internacional. A la vez, una de mis metas es evolucionar en un club más competitivo, sea en este país o en Argentina. Aunque mi sueño mayor es poder ser algún día el entrenador de Newell’s”, acotó con ilusión este “admirador del Loco Bielsa”.
La foja de servicios deportivos marca que Andrés hizo las infantiles como arquero en los clubes de su ciudad: Mitre y Nueva Unión. “Luego estuve en Renato Cesarini, Central, donde tras quedar libre recalé en La Serena de Chile (2002). De ahí me pegué la vuelta y jugué en San José, Banco Nación, Totoras Juniors y Godeken, entre otros equipos. Me dediqué de lleno hasta 2008, mientras que dos años después decidí irme a España para realizar el curso de entrenador, ya que en Madrid estaba mi hermano radicado y apunté todo a ser técnico. No se me había dado como futbolista, le apunté a ser profesional como DT”, comentó el perecino.
Mientras hacía el curso Uefa Pro, ya en 2018, tuvo la oportunidad de compartir clases con Diego Cholo Simeone y Mauricio Pochettino. “Eso para mí fue algo maravilloso por la calidad de técnicos que son los dos”, narró. Luego confesó que “en realidad mi primera experiencia la viví en 2012. Fue como ayudante de Esteban Becker, quien en su momento fue mi profesor. A él le salió la oportunidad de dirigir a la selección femenina de Guinea Ecuatorial y me sumó. Y allá fui. Fueron cinco lindos años. De mucho aprendizaje por cierto”, afirmó.
Marinangeli narró que fue su ayudante. “Salimos campeones de Africa y a la vez nos hicimos cargo de todas las juveniles. Luego agarramos la selección masculina, donde jugamos la Copa África y llegamos a las semifinales. También jugamos varios partidos de eliminatorias rumbo a Rusia 2018”.
Una de las particularidades que tiene Guinea Ecuatorial es que el idioma oficial es el castellano (fue colonia española hasta 1967). Otra virtud es que está en crecimiento fruto del petróleo, lo que posibilitó potenciar la salud, educación, cultura y deporte. “Pero un día nos cesantearon, así que todo terminó ahí. Más allá de eso, pasé cinco años maravillosos en ese lugar”, destacó Andrés antes de contar una anécdota que marca cómo vive el fútbol esa nación.
“Recuerdo que como staff de la selección fuimos a ver un partido de la Copa Su Excelencia. Dos jugadores saltan, chocan sus cabezas, se levantaron, se pelearon y hubo un tumulto importante. Se armó quilombo en pocas palabras. De repente, un señor mayor que estaba a mi lado me dice de manera natural «Este torneo no es amateur, es a matar» lo que me dejó en claro cómo viven ellos este deporte”.
Lejos de caer en desesperación, este perecino inquieto no dudó en cruzar el continente negro hasta hacer base en Asia. “Un amigo me ofreció ir a las inferiores de Guangzhou Evergrande, que es la Academia más grande del mundo en China. Estuve al frente de varias categorías juveniles y fue una experiencia hermosa durante un año porque crecí desde lo social, cultural y deportivo”, dijo.
De China volvió a España “porque me surgió la chance de trabajar como asistente en Las Rozas, un club de la Segunda B. Era un paso más hacia adelante en mi carrera y estuve hasta que la pandemia frenó todo. No obstante, en 2020 me salió la chance de ir a Emiratos Árabes Unidos para formar a juveniles. Armé los bolsos y fui. Tenía la oportunidad de seguir ahí, pero me llamó un amigo para ver si lo acompañaba a Bolivia porque Néstor Clausen había renunciado a Real Santa Cruz. No dudé y lo acompañé como ayudante. Fue el año pasado y nos fue bien porque no solo lo zafamos del descenso sino además casi lo clasificamos a la Copa Sudamericana”, clamó.
“Mientras que en diciembre pasado me salió para ir como primer entrenador de Altos Hornos Zapla, de Jujuy. Llegamos a las semis del torneo Federal. Estando en Madrid, donde tengo a mi esposa, me llamaron de Real Santa Cruz para ofrecerme el puesto de primer entrenador. No dudé y acá estoy. Cuando llegué estábamos últimos, mientras que ahora vamos segundos. La idea es seguir sumando y creciendo en pos de clasificar a alguna copa internacional”, describió el DT que “de Pérez extraño a los amigos y familiares. Comer los asados e ir al Coloso a ver a Newell’s”.
Y agregó a modo de cierre: “Una de mis metas es evolucionar en un club más competitivo, sea en este país o en Argentina. Aunque mi sueño mayor es poder ser algún día el entrenador de Newell’s”.
El sueño de conocer al Loco
En 2012 conoció a Marcelo Bielsa, quien dirigía a Athletic de Bilbao. “Claudio Vivas me abrió las puertas y pude conocer al Loco. Presencié los entrenamientos y hasta pude tomar unos mates con él mientras charlábamos de fútbol”, destacó Andrés.
La pasó mal
Andrés Marinangeli fue víctima de grave violencia en mayo pasado mientras se jugaba el partido que Always Ready terminó goleando 5 a 0 a Real Santa Cruz. El ex futbolista de Central recibió un piedrazo, se desplomó automáticamente y debió ser asistido. Pero hay otro dato que fue extraño. Y es que el árbitro Hostin Prado echó al argentino porque tras la agresión le reclamó al cuerpo técnico rival. “Ese día en el estadio más alto del mundo, ya que está a 4100 metros de altura, en un momento se armó un revuelo entre los jugadores y me pegaron con un proyectil. Era una piedra envuelta con cáscara de mandarina y atada con un cordón blanco. Me dio en el pómulo y me dejó nocaut. Nadie hizo nada, todo lo contrario, hasta el juez me echó cuando fui a reclamarle. Fue un momento feo y de mucha impotencia”, cerró.