Ganó campeonatos, tiene una tribuna con su nombre y hasta le hicieron una canción de rock. Porteño de nacimiento, chaqueño por adopción y rosarino por decisión. Es Andrés Aibes, uno de los máximos ídolos de la historia de Argentino.
Ganó campeonatos, tiene una tribuna con su nombre y hasta le hicieron una canción de rock. Porteño de nacimiento, chaqueño por adopción y rosarino por decisión. Es Andrés Aibes, uno de los máximos ídolos de la historia de Argentino.
Bicampeón en la temporada 1998/99 de la Primera B, con festejo doble en el Apertura y Clausura, consiguiendo el esquivo ascenso a la B Nacional y uno de los últimos grandes festejos del salaíto; el Chaqueño Aibes se ganó el respeto y reconocimiento de todo el pueblo albo. Cariño que fue retribuido con su nombre inmortalizado en una de las tribunas del José Martín Olaeta.
Y hablando de inmortalizar: “El día que me tenga que ir de esta vida, quiero que tiren mis cenizas en la cancha”. Una frase fuerte, pero no tan fuerte como el amor que siente por el club que lo cobijó de pibe y que lo vio crecer como si fuera un hijo más.
Avenida Sorrento y Víctor Mercante fue el epicentro de aquella época resplandeciente. Allí donde un tal Abel Piva hacía de consejero de los pibes que recién llegaban del interior más profundo para luchar por sus sueños. “Lo extraño mucho al Toto”, confiesa Andrés. Pero el Toto siempre está: en un mural, en la tribuna, en el verde césped, en un grito de gol, en el viento que cruza el Olaeta. Está en casa, como el Chaqueño.
¿Qué te genera estar sentado en una tribuna con tu nombre?
Es muy fuerte. Cuando me contaron que estaban pintando mi nombre en la tribuna no pude aguantar la emoción y la alegría. Enseguida me arrimé hasta el club para verlo y quedé impactado. No tengo más que agradecer el gesto por inmortalizar un sector del estadio con mi nombre.
Hablando un poco de tu infancia, alguna vez contaste que de chico eras tan obsesivo con el fútbol que te dormías abrazado a una pelota.
(Risas) Es cierto. El que realmente tiene pasión por el fútbol me va a entender. Pensaba en jugar al fútbol desde que me levantaba hasta que me iba a dormir, obviamente con la pelota en la mano. Gracias a Dios pude cumplir mi sueño de jugar en un club de AFA, de lograr campeonatos, algo que es muy difícil de conseguir. Hay montones de jugadores que no tienen la suerte siquiera de jugar una final y yo jugué cuatro. También jugar el Nacional B, es inolvidable para cualquier jugador.
Todos te conocen como “El Chaqueño”, pero en realidad naciste en Capital Federal.
Así es. Por razones laborales de mi papá nos tuvimos que ir de Buenos Aires a Resistencia. Después, a los 18 años, me vine para Rosario. Por más que no nací en Chaco, mi apodo ya es una marca registrada (risas).
Y cómo fue cuando llegaste acá, porque primero pasaste por Newell's y Central.
Sí, me acuerdo que Newell's estaba buscando jugadores en Chaco y me vieron un día. Me mandaron una solicitud para que me viniera a probar y me vine para acá. Fue justo la temporada que Newell's salió campeón así que quisieron mantener la base y yo no quedé. También fue por un tema de edad. Y en Central corrí la misma suerte. Hacía 20 años que no salía campeón en la primera local y justo ese año se les dio, así que optaron por dejar a los mismos jugadores y tuve que desistir.
Y terminaste encontrando una casa y siendo feliz en Argentino.
Fue muy loco porque tenía boleto de vuelta para Resistencia esa misma noche después de las pruebas. Ernesto Díaz, que trabajaba en Central, me frenó antes de que me fuera y me dijo: “No te vayas y andá a Argentino, hablá con el técnico que es amigo mío. Vos no te podés ir, tenés muchas condiciones”. Y desde ahí arrancó mi paso por Argentino, donde estuve desde el 92 hasta el 2000.
Hay una frase de Javier Lux que dice que “el que estuvo en una pensión y no lloró, miente”. ¿Se te hizo difícil adaptarte a una ciudad nueva, estar completamente solo y rodeado de desconocidos, y muy lejos de tu familia?
Fueron días difíciles al principio. Si bien durante los entrenamientos te vas conociendo con los compañeros, cuando llegás a la pensión y te vas a acostar, la cabeza te trabaja mucho. Pensás todo el tiempo en tu familia, en que están lejos. Pero el amor por el fútbol, el querer triunfar, lograr objetivos y ser alguien, hacen que todo valga la pena. Igual es mucho el sacrificio. A pesar de la distancia sentí el apoyo de la familia. Después pude formar mi propia familia en Rosario, además de que hice muchos amigos jugando al fútbol. Todo eso hizo que me sintiera bien y más cómodo.
Sábado 4 de septiembre de 1993, 8ª fecha de la Primera B, El Porvenir ganaba 1 a 0, entraste a los 28 minutos del segundo tiempo y cinco minutos después lo empata el Tano Piersimone. ¿Qué te acordás de ese día del debut?
La verdad que viajé casi de última, por si le pasaba algo a alguien del plantel. Cuando estábamos allá me enteré por la planilla que iba a ir al banco. Nunca pensé que mi primer viaje iba a terminar así y mucho menos que iba a entrar. Ese partido no me lo olvido más porque me salieron todas, entré de 5 y no de lateral. Le di la asistencia a Piersimone para empatar el partido. Debuté con el pie derecho.
Estuvieron nueve temporadas en la Primera B y perdieron dos finales ante Tigre, golpes muy duros en aquel momento.
La primera final fue en mi torneo debut. Esa vez con Tigre nos robó el partido el árbitro Loureiro (se jugó un desempate en cancha de Central), la verdad que la suerte no estuvo de nuestro lado, pasaron cosas muy raras. La segunda final definíamos acá pero ese día me lastimaron un ojo, no veía nada, así que tuve que salir a los 20 minutos. Lamentablemente nos volvió a ganar Tigre, que ya era un karma para nosotros. Por suerte a la semana arrancaba el otro torneo, así que nos obligamos a levantar cabeza rápido.
Se les dio en la temporada 1998/99, ganaron el Apertura y el Clausura en un mano a mano tremendo con Tristán Suárez y Defensores de Belgrano, por lo que evitaron la final y ascendieron directo a la Primera B Nacional.
Sobre todo el primer torneo, fue muy complicado competir con Tristán Suárez porque lo apoyaban sponsors fuertes y eso le daba un poderío económico muy distinto al nuestro. Les terminamos ganando el Apertura por dos puntos. No me olvido más cuando vinieron a jugar acá a Rosario, que hacía 40 grados a la sombra, pero les pudimos ganar. Fue lindo y gratificante haber obtenido ese primer campeonato, más que nada para sacarnos la espina de lo que había pasado con Tigre.
¿Qué te dio Tito Rebottaro como DT?
Me enseñó muchas cosas. Yo no sabía que en su época como jugador también era 4 como yo. Aprendí mucho de él, me dio un aprendizaje muy importante para el puesto: a la hora de pasar al ataque, también me hizo jugar de volante por afuera, con mucha llegada y gol.
Desde el retiro en el año 2004, ¿seguiste ligado al fútbol?
Me retiré ese año porque ya no me respondían las piernas como antes, aunque si fuese por mi jugaba hasta los 100 años. Ya estaba muy cansado, la preparación física no era igual. Tenía 38 años, no 24 o 25. Igual no me puedo quejar, le exprimí todo lo que pude al fútbol y conseguí lo que cualquier deportista quiere, más que nada el reconocimiento de la gente. Sigo acompañando al club, veo los partidos, pero ahora desde el otro lado.
No puedo no preguntarte por otro jugador muy querido como el Toto Piva, ¿cómo lo recordás?
Se lo extraña mucho. En el momento que yo llegué estaba él. Fue muy importante para mí, fue un consejero. El Toto siempre va a estar en el corazón del hincha. En esa época había mucho respeto hacia los mayores, también estaban Ariel Santoro, el Tele Medina. Todo el tiempo me preguntaban si necesitaba algo. Los grandes cuidaban a los chicos. Hoy cambió todo y muchas veces los chicos les faltan el respeto a los mayores. En mis tiempos no pasaba.
¿Qué es Argentino para el Chaqueño Aibes?
Es mi casa. Nunca me voy a olvidar de todo lo que me dio el club, de todo lo que conseguimos, de la gente que conocí y que hasta el día de hoy me sigue demostrando cariño. Así esté en la B, la C o la D, no podés dejar de venir a acompañarlo. Ya salí campeón adentro de la cancha, sólo me queda hacerlo desde afuera, dirigiendo, ojalá alguna vez se dé. El cariño que le tengo a Argentino es tan grande que el día que me tenga que ir de esta vida, quiero que mis cenizas se tiren en el Olaeta.
El 4 de septiembre se cumplieron 29 años del debut de Andrés Aibes con la camiseta de Argentino. Aquel día, el salaíto igualó 1 a 1 ante El Porvenir y la asistencia para el empate del Tano Piersimone la dio el Chaqueño.
“Estuve internado un mes, con una neumonía que me atacó fuerte un pulmón. Así que lo que me sustentaba era el respirador artificial. Después cuando me lo sacaron no podía hacer casi nada porque me faltaba el aire. Una vez que salí tuve que hacer un mes de rehabilitación. Me dijo el médico que me atendió que tuve suerte porque no fumaba ni tomaba alcohol y además era deportista, porque hasta ese momento seguía jugando al fútbol con amigos”, dijo Aibes sobre el Covid que lo afectó. “Tuve que hacer una rehabilitación dura, que fue como una mini pretemporada, debía cumplir todo a rajatabla lo que me decían. Yo la remé y lo pude pasar, lamentablemente hay mucha gente que no. Le agradecí muchísimo a las enfermeras y los médicos, porque tenés que estar ahí adentro para entender todo lo que hacen por la gente, son cosas que no se ven”.
Andrés Aibes se mostró muy emocionado por la producción de Ovación que lo tuvo de protagonista, en el club de sus amores que le dio un nombre en el ascenso rosarino. Y durante la nota y las fotos estuvo acompañado de su hijo Santiago, que no siguió los pasos del padre. “Me salió arquero”, dijo entre risas el Chaqueño, que siempre jugó de lateral o volante derecho. Además, juega al básquet en Estudiantil.
Aibes no sólo es recordado por su gran nivel como lateral derecho, también lo es por ser el protagonista de una canción de rock de la banda Javiñorock, que le hizo un homenaje y le dedicó un tema.