Comienza a cerrar un semestre con pocas satisfacciones. Sin goles es imposible enderezarse. Newell's no emboca una y así es complicado. Pero circunscribir la performance del rojinegro en la Superliga a la mala puntería es una mirada reduccionista. La producción durante el semestre no se debe a si la mete o no. El rendimiento colectivo de ayer frente a Belgrano, como pasó en anteriores ocasiones, en mayor o menor medida fue decepcionante. Sin elaboración y sin juego asociado resultó incapaz de reencontrarse con la victoria en la noche del Coloso. Y fue peor aún de lo imaginado. Joel Amoroso, el mismo que la lepra cedió a préstamo a Belgrano y que fue reprobado por los hinchas rojinegros cuando la tocaba, le dio una estocada letal y hundió al local en la frustración.
Newell's se midió con un adversario que no había ganado en las últimas cinco fechas, en las cuales ni siquiera había gritado un gol. La referencia no es para echar más sal en la herida de la lepra, sino para poner en contexto el rival que lo superó.
Se sabe que el conjunto rojinegro carga con limitaciones y que anoche necesitaba el triunfo para mejorar en la tabla y autoconvencerse a sí mismo que es capaz de tener otro protagonismo. El resultado final habla a las claras de que Llop no le encuentra la vuelta al equipo como para que despegue.
Lo que se observó en los primeros pasajes del partido de ayer fue parecido a otras presentaciones de local. Intentó presionar y asumir un protagonismo que se esfumó rápido con el correr de los minutos. Por momentos se redujo a intentos individuales. No hubo conexión entre sus futbolistas. En el mejor de los casos, se juntaron dos, pero siempre faltó el pase punzante para poner a un futbolista de cara al gol.
Contar la que desperdició Joaquín Torres ingresando solo por la derecha es anecdótico. No tiene sentido pensar qué hubiese pasado si la metía. Ni tampoco que Leal otra vez no fue la solución en ataque. El problema es colectivo. No hay un funcionamiento grupal. La expectativa pasó porque en alguna se iluminen Sarmiento o Figueroa. O que el juvenil Torres gambetee y encienda la esperanza. Demasiado poco.
Son las limitaciones con las que convive Llop. No cuenta con un plantel rico en figuras, aunque como encargado de grupo le toca encontrar la vuelta para hacer un equipo utilitario, algo que por la magra cosecha de puntos no está consiguiendo.
Encima, este Belgrano que andaba torcido encontró la victoria en el momento menos pensado. Y fue obra de Amoroso, justo quien apenas hizo un gol con la camiseta rojinegra durante todo un año. El delantero, que jugó en el debut de Newell's en la Superliga y se fue a préstamo a Belgrano luego de un conflicto económico con el club del Parque, la encontró justa en un rebote y la mandó al fondo.
Esta conclusión del año no es nada buena para Newell's. Se sabía que le costaría con los jugadores con los que contaba. Pero siempre está la esperanza de que se saque fuerzas de flaquezas y que el entrenador sepa acomodar las piezas para disimular lo que no se tiene. Hasta el momento es una deuda. Lo mostrado anoche, y lo que se observa en la tabla, no dejan dudas de que es así.
Sarmiento salió lleno de bronca
Iban 28 minutos del segundo tiempo cuando el cartel indicador del cuarto árbitro marcó el 10 en rojo y el 9 en verde. Mauro Guevgeozian saltaba y acentuaba el calentamiento previo a la entrada al borde de la línea de cal y dentro de la cancha el rostro sorprendido de Brian Sarmiento dejaba paso a algo más parecido a la ira.
El mediático jugador de Newell's aceleró el paso mascullando bronca. Cruzó saludos con el delantero que lo reemplazaba y entre dientes se vislumbraron palabras no de agradecimiento precisamente.
El técnico Juan Manuel Llop extendió una mano en ademán de saludo, el talentoso volante la esquivó y otras vez vociferó palabras non sanctas. Ya en el banco, Brian pateó asientos y botellitas de agua. Luego, el Chocho minimizó el incidente y dijo que habló con Sarmiento en el vestuario y le explicó por qué lo había sacado.