El Campeonato Argentino de selecciones mayores, en su máxima categoría, que finalizó este domingo en el club Ciudad de Buenos Aires dejó, en la rama femenina, mucha tela para cortar, muchas sorpresas a la luz de los ojos, pero que hablan de proyectos mantenidos a largo plazo. Una de ellas fue la ubicación que lograron Bahía Blanca y Santa Fe, siendo 3º y 4º luego de haber ascendido en 2017. Y otra fue la medalla de plata de Tucumán, el equipo sensación que le dio muchísimo trabajo en la final a un Buenos Aires lleno de Leonas. Justamente, cuando la Naranja concretó su pase a la definición, surgió el dato impostergable: "La última vez que llegamos a una final en mayores fue hace 17 años y perdimos contra el Litoral de Lucha Aymar".
Aquel Litoral no era de Luciana Aymar, la mejor jugadora del mundo de todos los tiempos. Pero la referencia es imposible de eludir. Desde afuera conducía Ernesto Morlan y desde adentro ella, la Maga (un equipazo), quien ya transitaba sus años más gloriosos con Las Leonas. Para 2001, Luciana ya había sido medallista olímpica en Sidney 2000 y para 2004 campeona del mundo pero siguió jugando para Litoral y Jockey, hasta que emigró a Buenos Aires. ¿A qué viene todo esto? Citar a Lucha es lo más fácil pero también el ejemplo más elocuente de identidad. Ya con el globo rendido a los pies de su juego, Aymar quería seguir jugando para su seleccionado. Aquello era sentido de pertenencia.
Mientras este sábado ocurría lo que ocurría en Buenos Aires, con Tucumán metiéndose en la final y con ese recuerdo a flor de piel, Litoral damas, muy lejos de poder ser rival de la Naranja como en ese 2001, intentaba en San Rafael, Mendoza, ascender a la máxima categoría del Campeonato Argentino. Lo lograba después de imponerse a Mar del Plata por penales y llegar también a la final de ese torneo, porque había dos boletos en juego. Cumplido el objetivo primario, iba en busca del título, pero chocó de nuevo (ya lo había hecho en fase de grupos) contra Misiones y volvió a caer. Esa Misiones, que tiene a una jugadora brillante como es la Leona Lucina von der Heyde, le expuso una dura realidad. Equipos que históricamente estuvieron muy por debajo de Litoral hoy lo superan.
Las jugadoras que fueron a Mendoza y consiguieron poner a su seleccionado de nuevo en la élite merecen un párrafo de consideración. Porque el principal y mayor problema del seleccionado de damas en los últimos años fue la falta de interés, de compromiso y de identidad que tuvieron muchas convocadas. Cada una con su razón, hasta válida, pero dando lugar a una situación que claramente llevó a tocar fondo. Estas eligieron jugar, aún con la presión aumentada de estar por segundo año en el ascenso. Si hay un dato que demuestra qué tan preocupada estaba la Asociación de Hockey del Litoral (AHL) con este asunto es que toda el ala mayor de la dirigencia viajó a acompañar a las chicas y no a los chicos que jugaban en Buenos Aires, mucho más cerca y llegando como campeones vigentes. Estar en la B pesaba. Y se salió.
Tras esto, la AHL tiene un desafío supremo. Que lo conoce, pero que no lo ha podido resolver: lograr seducir a las jugadoras para que quieran vestir la camiseta de su asociación. En 2016 el efecto dominó de las renuncias de convocadas empezó bajo la conducción de Ernesto Morlan, que terminó yendo al Argentino de Tucumán con un equipo con muchas Sub 21 y terminó por perder la categoría. Morlan, el de la filosofía de que "el que no entrena no juega", fue corrido del cargo y en su lugar entró Diego Serio, de carácter más apacible y conciliador. A Diego se le pidió una mano algo más blanda para que las que no querían estar volviesen, pero tampoco le alcanzó. En 2017 la búsqueda del ascenso fracasó y el propio entrenador reconoció que habían subestimado el torneo, que pensaba que con pequeñas cosas a Litoral le alcanzaba y que debieron entrenar más. Duro en su autocrítica, Serio renunció. La AHL le pidió que revea su postura y lo intente este año. Se jugó la pilcha y lo consiguió, no sin antes pasar por la situación de contar en los entrenamientos con 7 u 8 jugadoras mayores. Al final completó el plantel con otras mayores que no consideró al principio y varias Sub 21. Y consiguió el objetivo.
Litoral damas vuelve entonces al lugar del que nunca había caído hasta ese fatídico 2016. Necesitó tocar fondo y pelearla como cualquiera, incluso sufriendo contra asociaciones que jamás lo había hecho. Pero el año que viene la tarea no será nada sencilla teniendo en cuenta el nivel que se vio en el reciente Campeonato Argentino en Buenos Aires. Da la sensación de que este es el momento de barajar y dar de nuevo para quedar mirando de frente hacia donde verdaderamente se quiere ir. La identidad, el sentido de pertenencia, la pasión y especialmente el trabajo son elementos de necesidad imperiosa si se quiere mantener.
Se insiste con esto: hoy Rosario se da el lujo de no tener en sus seleccionados a jugadoras buenísimas que por causas equis deciden bajarse. Convencerlas es el gran desafío. Para recomponer esa identidad, esas ganas de pertenecer. Para que vestir la camiseta del Litoral represente un verdadero orgullo, como parece suceder con los varones. Para que estas chicas tengan mañana la posibilidad de potenciarse con otras y que bajo una conducción seria y exigente puedan alcanzar objetivos más grandes. Quizás, para que el día de mañana, o en 17 años, un Tucumán o un Buenos Aires o cualquier otro tenga que decir: "Perdimos la final contra Litoral de...". Ya nadie gana con la camiseta.