Cuando Claudio Bieler metió el gancho en Newell’s la lógica indicaba que los rojinegros resolverían el principal problema que padecían, la falta de un referente de área, de un nueve goleador. Pero otra vez quedó demostrado que en el fútbol la palabra lógica muchas veces se ríe de sí misma. Porque van tres fechas del Clausura y el Taca anotó un gol ante Lanús y, además, la aparición sorpresiva del repatriado Juan Manuel Cobelli reportó dos conquistas, frente a Estudiantes y el granate. Entonces el promedio de gol a favor es de al menos un grito por partido. Claro que lo que no se esperaba es que ahora la falencia rojinegra irrumpa en la estructura colectiva, donde la sólida columna vertebral que distinguió a los de Sensini en el último tiempo deja ver algunas grietas que se deben corregir urgente. En síntesis, llegó el nueve, pero se descompaginó una parte el disco rígido. Y ahora, si bien no hay que alarmarse porque el torneo recién empieza, el “ingeniero” Sensini deberá volver a ajustar las tuercas.
Así el Newell’s modelo 2011 todavía no encuentra, respecto a las últimas temporadas, lo que era la máxima virtud de los equipos de Boquita: el orden y la sincronización de movimientos a la hora de retroceder e ir hacia adelante. Más allá de que antes hacer un gol costaba horrores, ahora la luz amarilla de alerta se encendió en la solidez estructural. Casi nunca lo sorprendían mal parado y ahora sí.
Además con la pelota en los pies cada jugador sabía lo que debía hacer para atacar con criterio, siempre en el contexto de un equipo austero, de overol y en el que la efectividad superaba al brillo. En este contexto era evidente que se iba a notar la partida del Gato Formica. Pero lo que no estaba en los cálculos es el bajón en el funcionamiento colectivo y el rendimiento individual. Sólo Peratta sigue atajando en un nivel más que óptimo. Por eso Sensini y su cuerpo técnico tienen mucho trabajo por delante.
Lo que en este momento luce desarticulada, es cierto que recién van tres partidos, es la columna vertebral, esa base que siempre le sirvió al equipo para ser confiable y compacto, algo que en este Clausura por ahora no ocurre. Lo bueno es que el déficit fue reconocido sin rodeos por los jugadores y el entrenador. Y por supuesto, como todo en el fútbol, tiene remedio. Además no se puede hablar de una crisis futbolística ni mucho menos, pero sí de un problema que hay que solucionar a tiempo.
Sensini en su dilatada y muy buena etapa como DT del Parque jamás barrió las migas debajo de la alfombra. Cada vez que se le presentó el desafío de corregir algún desacople no tuvo empacho en retocar las piezas, tanto en referencia a cambiar apellidos como esquema táctico.
Así encara Sensini la previa a Huracán, donde el sábado se impone un rápido cambio de imagen. La búsqueda de un nexo con los delanteros y lograr enderezar la comuna vertebral parecen ser las principales urgencias. Hay tiempo de mejorar porque la historia recién empieza. l