El final. Aunque duela. Sí, terminó. No tiene sentido prolongar este ciclo. Que no fue malo. Tampoco brillante. Pero se dio así. Y hay que escribir una nueva historia. Importa con quién al frente. Ahí está el foco. Ya sin Messi. También sin Sampaoli. No hay tiempo para más oportunidades. Esto es fútbol. Un juego, sí. Y hay que jugarlo. Con otras cartas. Aceptando que las ya usadas deben cambiarse. Claro, no hay que fallar en la elección. A la vez, saber que difícilmente se pueda conseguir el mayor resultado. Ese que creemos, casi todos, merecer. Aunque desde el 86 no conseguimos. Esta vez, en Rusia, el equipo se quedó lejos. En el puesto 16. Nada que ver con el subcampeonato en Brasil. El quinto lugar en 2010. El sexto de 2006. Sí más cerca del 18º del 2002, cuando todavía no existía Messi. ¿Y ahora qué? La pregunta debe tener una respuesta contundente de parte de una conducción seria, decidida, abarcativa a una idea madre. ¿Como Alemania? No, si es que se mira al resultado que tuvieron en Rusia. Sí, como propuesta seria y coherente para llevarla a cabo. Elegir a un técnico y bancarlo. Que se mire a los jugadores por lo que hacen en una cancha de fútbol. Sin descartar a los mejores. Sin creer que es lo mismo el nivel de los torneos locales, el de los europeos, y el que enfrenta a selecciones. Argentina siempre saca grandes valores. Hay que saber mirarlos. Darles chances. No lamentar hoy por los que no estuvieron en este Mundial. Sí que en el próximo no falten. El arquero, el defensor indiscutible, el 5 patrón y el 9 goleador. ¿El 10? Una pena que se vaya sin un título, pero falló él y nadie lo ayudó.