La prensa y los suicidios. Extraemos la siguiente reflexión de un diario madrileño: "Ayer hubo otro suicidio y ya van 17 consumados en este mes. Ráfaga de tinieblas que atraviesa el limbo de la ciudad que se divierte y se lleva a los que sufren, a los que no hallan cimiento donde posarse, hogar que los albergue ni medicina que los cure. La prensa madrileña acordó hace algún tiempo no dar esta clase de noticias para que el gas no se inflame en combinación con el aire y estos hechos se multipliquen al infinito. Y hacen bien, porque nadie está excento de los dolores subterráneos que no tienen nombre y que se agitan en la oscuridad de nuestras almas. Pero si esa prensa cree que el mal se aumenta cuando se lo anoticia, entonces también debe guardar silencio acerca de muchas otras cosas: del matonismo que se ensaña con las mujeres; de los llamados crímenes pasionales, a veces glorificados como la fama de los bandidos; del duelo, que con frecuencia se da en un restaurant después de sacar del ostracismo a unos cuantos Pérez y González; de la tauromaquía fandanguera que aparta del taller a los muchachos y los convierte en chulos de mala sombra, (a) "maletas"; del género ínfimo, de los bombos y autobombos; de los "invertidos"; de los concursos literarios... y hasta de la lista de la lotería porque no cae el premio gordo en la Redacción. Si todas las personas interesadas en estas cosas necesitan de la publicidad, démosela, pues, también a los suicidas, que se van de este mundo por voluntad propia y les debe importar muy poco lo que se piense de ellos después, aunque algunos dejen una nota diciendo que no se culpe a nadie de su muerte". (1908)