Las agencias de colocaciones. No existe en el país una gran agencia de colocaciones oficial para los inmigrantes, por lo que tanto en el Rosario como en las demás ciudades de la República existen agencias improvisadas cuyas sugerentes denominaciones atrapan a los incautos. Mediante el pago previo de una suma, los agencieros se comprometen a darle trabajo al interesado, sometiéndolo a la vez a una serie de prescripciones que éste tiene que aceptar, porque la necesidad tiene cara de hereje. Grande es el número de inmigrantes que, faltos de recursos o vinculaciones, acuden a estas agencias, donde en la mayoría de los casos terminan siendo villanamente estafados. Como en todo, hay excepciones, pero la regla general indica que son agencias que explotan al pueblo con promesas que nunca cumplen. Para inscribirse en ellas cobran entre 5 y 10 pesos, y nunca, en ningún caso, devuelven ese dinero. Así, los pobres inmigrantes, esas almas desesperadas de rostros lánguidos, esperan, esperan, esperan... En el mejor de los casos, les consiguen empleos que sólo les duran unos días y luego se los despide por cualquier motivo: "por inútiles", "por vagos", o "porque sí". Es una confabulación delictuosa, desde luego, que merece ser penada. También las empresas ferroviarias han visto este filón, y arreglan con estas agencia para darles trabajo a los más desesperados pagándoles un sueldo de miseria. La policía debe intervenir enérgicamente en esto. No es posible que en nuestra ciudad se explote de esta manera a las tétricas almas de los desheredados de la suerte, con sus rostros sombríos, con sus ojos de ansia, que han venido desde el Viejo Mundo con la febril esperanza del trabajo digno. No queremos que se pierda la idea de que Argentina es un país de hospitalarias costumbres, título del cual nos enorgullecemos desde que vivimos como nación libre. (1910)

























