El último día de carnaval (III):
El último día de carnaval (III):
Un "baño" accidentado pero con final feliz. La ribera se singularizaba en el último día del carnaval en el juego con el agua. Los pobladores cercanos a la costa parecían haber sentido con fuerza la atracción del Paraná, y allá fueron a propinarse mutuos y refrescantes baldazos de agua. Así, la avenida Belgrano a la altura de la calle Buenos Aires parecía un colmenar revuelto, tal era el barullo que promovían cientos de vecinos entre ellos y con los descuidados transeúntes. Próxima la hora en que por costumbre se suele dar por terminada la fiesta carnavalesca, los ribereños se sintieron impulsados a dar el adiós a Momo con un impresionante desborde acuático, y con un entusiasmo loco dieron rienda suelta a sus más feroces acometidas. De pronto, y como favoreciendo sus planes, aparecieron tres marineros endomingados; y allí fue Troya. Como si se hubieran puesto de acuerdo con sólo mirarse a los ojos, más de 20 vecinos salieron corriendo con baldes y tachos detrás de los tres impecables transeúntes, quienes al verse así atacados sólo atinaron a correr en derechura a la placita Brown* mientras eran perseguidos de cerca. Allí se vieron rodeados sin escapatoria posible, como no fuera correr y arrojarse al río. Y esto es lo que hicieron: saltaron de golpe la barrera que separa la barranca del Paraná, y hubo que improvisar rápidamente el salvamento para evitar una desgracia. Felizmente, los mismos perseguidores, haciendo toda clase de esfuerzos, lograron poner a flote a los náufragos. Luego, la cuestión terminó de arreglarse sin mayores inconvenientes en el despacho de bebidas más próximo, donde tanto perseguidores como perseguidos se pasaron de las filas de Momo a las de Baco en cuestión de segundos y por espacio de varias horas. (1906)
* Esta plaza se hallaba donde hoy está la "proa" del Monumento a la Bandera.