Veinticinco años de democracia
Reflexiones, por Omar Perotti. El 10 de diciembre de 1983, los argentinos recuperábamos la
democracia como sistema de gobierno. Seis semanas antes de ese día, habíamos elegido nuestras
autoridades nacionales, provinciales y municipales, haciendo uso de uno de los derechos
fundamentales que la democracia nos brinda: el sufragio libre, secreto y universal.
16 de diciembre 2008 · 01:00hs
El 10 de diciembre de 1983, los argentinos recuperábamos la democracia como
sistema de gobierno. Seis semanas antes de ese día, habíamos elegido nuestras autoridades
nacionales, provinciales y municipales, haciendo uso de uno de los derechos fundamentales que la
democracia nos brinda: el sufragio libre, secreto y universal. Recuperábamos ese día las garantías
individuales, nuestros derechos civiles, la libertad de expresarnos.
Este 25° aniversario de la recuperación democrática es un logro colectivo que
debe ser celebrado por toda la sociedad, sin distinción de partidos o ideologías políticas, pero no
debe considerarse una meta cumplida. Si aplicamos como indicador de estabilidad democrática el
tener por lo menos 50 años de democracia ininterrumpida, hay solamente 22 democracias en el mundo
que pueden considerarse estables. Es claro que todavía estamos inmersos en un franco proceso de
construcción y fortalecimiento de la democracia argentina.
Esta construcción no es tarea de una sola persona ni de un solo sector. Cada
ciudadano —con la responsabilidad que su lugar en la sociedad le concede— es garante
diario de consolidar nuestro sistema de organización y sus instituciones.
La democracia no se agota en las elecciones, ni es la garantía de una sociedad
justa. Debemos marchar hacia una democracia que se erija como una conjunción de valores expresados
en conductas diarias y sean preservados en instituciones: la República con sus tres poderes
independientes, la representación de la sociedad en el gobierno, la periodicidad en los cargos
públicos, la ciudadanía protegida en sus derechos políticos, civiles y sociales.
Hemos alcanzado logros como sociedad desde 1983; sin embargo, hay una deuda
importante que requiere de mucho trabajo para ser revertida: un segmento de nuestra población debe
ser incluido socialmente. Pasar de ser habitantes a ciudadanos requiere lograr una sociedad sin
desequilibrios sociales, donde todos puedan adquirir su plenitud desde la satisfacción de las
necesidades básicas. Creo en una democracia que acepta la diferencia pero no la desigualdad.
Es en las ciudades donde se origina y se desarrolla la ciudadanía. Los niveles
de gestión locales son un espacio fundamental para el desarrollo de una democracia. Su condición de
primer eslabón del sistema en relación a la sociedad hace que el juicio de valor que ésta emite
sobre la democracia resulte en buena medida de su experiencia en relación a las gestiones locales.
La mayor y primera referencia de nuestra gente acerca de la calidad democrática se logra a partir
de ese vínculo.
La ciudad de Rafaela ha podido consolidar espacios de diálogo y participación
que alimentan y fortalecen a nuestra democracia local. El Concejo Municipal, donde conviven
distintas expresiones políticas, trabaja conjuntamente con el Poder Ejecutivo gobernando la ciudad.
Experiencias como el Consejo Consultivo Social —que se encuentra diseñando la agenda
estratégica 2010-2016— o las cuatro comisiones asesoras municipales, que son integradas por
entidades locales y asesoran al municipio en temas culturales, deportivos, de bien público y de
discapacidad, respectivamente, sólo pueden darse en una comunidad que promueve el involucramiento
en las cuestiones públicas y ha probado valorar el diálogo, la transparencia y la participación por
sobre la discordia y la intolerancia.
Es nuestra responsabilidad propiciarles espacios a nuestros jóvenes en el
quehacer institucional. El Parlamento Joven Rafaelino es un ámbito con ese objetivo y que se ha
conformado con éxito durante este año. Estos 25 años de vida democrática nos traen otro saludable
logro colectivo: comienza a forjarse la primera generación de dirigentes —políticos,
sindicales, empresarios— enteramente formados en la vida democrática. Una condición que no
todos pudimos tener y la cual deseo traiga más calidad y fortaleza a nuestras instituciones.
Convencido de que nada es posible sin la intervención de los hombres pero nada
es perdurable sin la presencia de las instituciones, celebro con satisfacción este 25° aniversario
de la recuperación democrática y hago votos para seguir fortaleciendo entre todos a nuestra joven
democracia, herramienta fundamental para construir una sociedad comprometida, inclusiva, solidaria
y tolerante.
(*) Intendente de Rafaela