El VIH y el virus C tienen muchas características comunes. Se transmiten por relaciones sexuales no protegidas, por contacto sanguíneo y de la madre al hijo (el virus C predominantemente sanguíneo y el VIH sexual).
Pueden permanecer muchos años sin producir síntomas y diagnosticarse cuando están muy progresados, con riesgo de vida. Los tratamientos actuales curan a la casi totalidad de los pacientes con hepatitis y suprimen totalmente al VIH impidiendo su progresión. Pero además del beneficio individual, se corta la cadena de trasmisión, lo que significa que incluso sin vacunas disponibles, es posible limitar la propagación de estos virus y disminuir el impacto epidemiológico en ambas epidemias. Lamentablemente en Argentina desconocemos el diagnóstico de más de 35 mil personas que viven con el VIH y no lo saben. Y probablemente más del sesenta por ciento de los pacientes con hepatitis C también lo desconozcan.
Argentina fue el primer país en América Latina en donde el tratamiento del VIH se universalizó, accediendo todas las personas que lo necesitan. Las nuevas recomendaciones para el tratamiento de la hepatitis C incluyen a todas las personas afectadas, independientemente de la gravedad de la afección.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) propone para el año 2030 "un mundo donde la transmisión viral de la hepatitis se detenga y todas las personas tengan acceso a un tratamiento y atención seguros, asequibles y efectivos".
La meta es diagnosticar al noventa por ciento de las personas afectadas y tratar al ochenta por ciento de las mismas. Para la infección por el VIH propone "tener diagnosticados al 95 por ciento de las personas que conviven con el VIH, tratar como mínimo al 95 por ciento de éstos y suprimir el virus al 95 por ciento de los tratados".
De lograrse, ambas infecciones dejarían de ser epidemias para convertirse en eventos ocasionales. En nuestro país debemos incorporar al diagnóstico y tratamiento a alrededor de treinta mil personas con VIH y buscar y tratar a los potenciales pacientes con virus C que han recibido transfusiones de sangre o hemoderivados antes de 1994 o que han tenido contacto con el virus a través de accidentes con objetos cortopunzantes, instrumental médico u odontológico deficientemente esterilizado o no descartable, adicción endovenosa o prácticas sexuales no seguras.
El 30 de noviembre de 2018 nuestra ciudad será nuevamente protagonista, como lo hace desde 1999, cuando llevó adelante la primera campaña masiva de detección del VIH y como en 2012, cuando obtuvo el récord Guinness de testeos de VIH en un solo día. Se hará la primera campaña de detección del VIH y del virus C, en forma simultánea, utilizando test rápidos. Por primera vez, con una gota de sangre, la población que acceda voluntariamente podrá conocer su situación relacionada a estos virus en forma sencilla, gratuita, anónima y confidencial.
Rosario nuevamente marcará el rumbo para que la terminación de estas epidemias sea una realidad.