La Cámara de Diputados aprobó la Ley de Educación para Santa Fe, una de las pocas provincias que aún no tiene su propia ley. Y se le suma el dato curioso que la última Ley de Educación data del año 1949, es decir, tiene casi 70 años.
La Cámara de Diputados aprobó la Ley de Educación para Santa Fe, una de las pocas provincias que aún no tiene su propia ley. Y se le suma el dato curioso que la última Ley de Educación data del año 1949, es decir, tiene casi 70 años.
El debate público que se ha generado en torno a la construcción de la ley, nos ha permitido sincerarnos respecto de la educación que tenemos, visibilizando sus problemas, pero esencialmente sus potencialidades, para a partir de ello comenzar a definir las bases de la educación que queremos. Pero tal vez lo más importante de este proceso reside en los acuerdos logrados sobre cómo hacerlo: creando herramientas y estrategias permanentes de acompañamiento a los estudiantes para que se eduquen y no abandonen la escuela. Es decir, protegiendo las trayectorias escolares.
Las discontinuidades y rupturas en el recorrido educativo de los estudiantes dificultan el acceso a aprendizajes significativos y afectan la integralidad y calidad de la formación de nuestros jóvenes. Estas situaciones, que la mayoría de las veces se viven como fracasos personales, deben analizarse de manera más profunda, considerándolas como expresiones de un conjunto de condiciones socioeducativas diversas que atraviesan la vida escolar; y que deben abordarse de manera integral centrando la mirada en cada estudiante.
En primer lugar, es necesario hacer referencia a la idea de fracaso escolar, porque la explicación que se tenga en torno al "éxito" o al "fracaso" condiciona las acciones que pueden llevarse a la práctica. Frecuentemente, la repitencia o el bajo rendimiento se plantean como responsabilidad exclusiva de los estudiantes, y se lo atribuyen a la falta de esfuerzo o madurez, a la desmotivación, o a que las familias no apoyan el estudio. O también responsabilizando a los docentes por carecer de estrategias educativas en el aula que atrapen la atención del estudiante y lo motiven en el aprendizaje.
La nueva Ley de Educación nos dio la oportunidad de repensar estas realidades dejando de lado las interpretaciones simplistas y comenzar a diseñar una alternativa constructiva que nos permita mirar al fracaso escolar como un fenómeno complejo, que además, nos involucra a todos. Abordando el desempeño de los estudiantes a lo largo de su escolaridad, año a año, observando el punto de partida, los procesos y resultados del aprendizaje. Conociendo su historia escolar en contexto, es decir, en un aula y escuela concreta, teniendo en cuenta su pasado y futuro.
Desde este enfoque, acompañar las trayectorias escolares es una invitación a mirar la escuela desde los ojos del estudiante. Observar el recorrido de cada uno, atender las rupturas, construir puentes y apuntalar a quienes más lo necesitan, actuando a tiempo con estrategias de acompañamiento que fortalezcan los aprendizajes y disminuyan la repitencia y el abandono. Proteger supone superar y/o minimizar el riesgo educativo que puede afectar la escolaridad de niños, niñas y adolescentes a partir de la producción de diversas respuestas pedagógicas e institucionales. En definitiva, es fortalecer la escuela dándole más poder, para actuar con eficacia y flexibilidad interpretando la diversidad de intereses, la multiplicidad de motivaciones, expectativas y proyectos de vida de cada estudiante.
Es en las trayectorias escolares donde se puede apreciar la capacidad que tiene un sistema educativo para educar reduciendo las desigualdades de los puntos de partida y haciendo realmente efectivo el derecho a la educación. Por ello, en la Ley de Educación hemos establecido un conjunto de estrategias y dispositivos para proteger las trayectorias escolares: ingreso temprano al sistema educativo con obligatoriedad desde los 3 años; jornada ampliada con propuestas pedagógicas innovadoras, interdisciplinarias y de múltiples lenguajes; tutorías docentes y entre pares de acompañamiento académico para la superación de las dificultades educativas curriculares; promoción no graduada como propuesta pedagógica inclusiva que respeta los tiempos de aprendizaje del estudiante, con adaptaciones curriculares flexibles en tiempos y espacios; becas, ayudas económicas y servicios alimentarios saludables; sistemas informáticos de seguimiento y alerta; equipos interdisciplinarios de acompañamiento ante diversas situaciones de riesgo educativo; detección en forma oportuna de situaciones de vulnerabilidad educativa e intervención temprana en aquellos casos con inminente riesgo de abandono escolar; conformación de redes de trabajo colaborativo con organismos gubernamentales, organizaciones sociales y diversos actores del territorio, entre otros.
Quienes trabajamos desde un inicio para darle a Santa Fe la mejor Ley de Educación sabemos que la educación tiene la capacidad de anticipar el futuro. Entonces, si queremos construir una sociedad justa, debemos trabajar para alcanzar hoy una escuela justa. Este compromiso requiere de voluntad política y acciones del Estado, pero también de la tarea cotidiana y permanente de la sociedad, jerarquizando el valor de la educación como premisa de futuro.