La discusión si bien suscita debates morales, éticos y religiosos, se resume a una pregunta muy básica y primaria: ¿es éste un problema de la política criminal? ¿Es éste un problema que debe resolverse por medio de la violencia? ¿Creemos acaso que esto se resuelve encarcelando a las mujeres y a los médicos o enfermeras que las asisten? Hay varios y extensos motivos para aceptar que no es la política criminal la respuesta más idónea a este problema. Más aun, hay un dato de la realidad incontrastable con cualquier especulación que se pueda hacer al respecto: la política criminal como respuesta es un rotundo fracaso. Según Adolfo Rubinstein, ministro de Salud de la Nación, se estima que en Argentina se practican entre 350.000 y 450.000 abortos clandestinos por año. El aborto clandestino es una realidad en nuestro país. Y eso no podemos negarlo. Como no podemos negar que en Argentina ha bajado la mortalidad infantil, pero no la mortalidad materna. ¿Acaso esto no tiene que ver con los abortos clandestinos?