Cuando te la creés siempre es un problema. Porque te confiás. Rosario debería saberlo bien.
Cuando te la creés siempre es un problema. Porque te confiás. Rosario debería saberlo bien.
En los 90 se creyó el nodo del Mercosur, en nombre de eso hizo una apuesta a convertirse en ciudad de servicios, vio cómo se desmantelaba su entramado industrial y terminó como la capital de la desocupación de la era menemista.
O a principios de este siglo, con la vidriera del Congreso de la Lengua y la fiebre del ladrillo que alimentó el alza del precio de la soja durante el gobierno de Néstor Kirchner, creyó vivir un boom que se convirtió en cataplún: la plata que se volcaba a una modernización que levantó shoppings e hileras de edificios que dejaron sin sol a gran parte de Rosario no solo provenía del campo sino también del floreciente negocio de la droga, que años después derivó en sangrientas guerras entre bandas. Esos enfrentamientos aún persisten y la convirtieron en la ciudad más violenta del país.
¿Acaso nos pasó lo mismo ahora con el coronavirus? Hace apenas unos meses la ciudad pasó semanas sin contagios. Después vinieron a cuentagotas y todo parecía controlado: eran casos importados y gracias a la buena labor de los equipos epidemiológicos rápidamente se fueron bloqueando los contactos para evitar que el virus se propagara.
Se abrieron actividades, se habilitaron reuniones sociales. Rosario pareció recuperar algo de su normalidad, mientras los porteños, por ejemplo, seguían encerrados. Pero nos la creímos, nos descuidamos, y aquí estamos, con un retroceso de fase en puerta y el virus en una escalada alarmante.
La vida se desarrolla en círculos: los hay virtuosos y los hay viciosos. Ni lo bueno ni lo malo es eterno, en ningún orden. Por eso, cuando estamos bien hay que cuidar lo logrado, prestar atención, no dormirse en ningún laurel. Para no pasar, tan fácilmente, del círculo virtuoso al vicioso.
Tomemos nota ahora, que el tren se salió de la vía. Volvamos a encarrilarlo y, después, no bajemos la atención. Que el viaje es largo.