Los lunes y los jueves son los días de mayor movimiento en el Mercado de Productores de Rosario. En el enorme tinglado que ocupa casi dos manzanas del predio de zona sur, en 27 de Febrero y San Nicolás, se mueven unas cuatro mil personas, entre puesteros, clientes, camioneros y changarines. Hasta ese lugar llegaron ayer los profesionales que llevan adelante el programa de búsqueda activa de casos de Covid-19 en espacios con intensa circulación de personas que viajan con frecuencia a provincias con alta circulación viral, como la ciudad y la provincia de Buenos Aires, Chaco o Río Negro. Durante toda la jornada se realizaron 11 hisopados y se esperan sus resultados. El jueves, la experiencia se repetirá en el Mercado de Concentración de Fisherton.
Como hace quince días se realizó en una decena de barrios vulnerables de la ciudad, el operativo Detectar (Dispositivo Estratégico de Testeo para Coronavirus en Terreno de Argentina) busca encontrar en forma temprana casos positivos de coronavirus, con el objetivo de brindar el cuidado adecuado y evitar nuevos contagios.
Para esto, en ambos ingresos al mercado, personal de salud se encargaba ayer de tomar la temperatura a todas las personas que entraban y, al mismo tiempo, consultaba si en los últimos días habían tenido alguno de los síntomas de la enfermedad (como tos, dolor de garganta, diarrea o pérdida del sentido del olfato o del gusto) o habían viajado fuera de la provincia.
La respuesta positiva a alguna de estas preguntas activaba la invitación a acercarse a un sector del estacionamiento donde se realizaban los hisopados para detectar la enfermedad. Cada muestra estaba acompañada de una información fundamental: nombre completo, dirección y teléfono de cada una de las personas testeadas y, además, las personas con quienes se habían contactado en los últimos días.
Con una cuarentena más flexible, las estrategias sanitarias pasan ahora por “la búsqueda de personas que pueden transitar la enfermedad, en forma asintomática o con pocas manifestaciones (oligosintomáticos), con antecedentes de viajes, ya sean repatriados o personas que por su trabajo se trasladan a otras provincias con circulación del virus”, explicó la directora de Epidemiología del municipio, Analía Chumpitaz.
Además del personal sanitario, del operativo participaron ayer inspectores del Instituto del Alimento y del Senasa, quienes fiscalizaron los puestos y controlaron el cumplimiento de los protocolos sanitarios, sobre todo el uso correcto del barbijo dentro del mercado y el cumplimiento del distanciamiento social. “Dos costumbres sobre las que hay que insistir en forma constante”, advirtió Luciana Cambiaso, inspectora del Senasa.
El mercado de zona sur cumplió 53 años. Por su proximidad geográfica, es el punto de distribución de las frutas y verduras que llegan a un buen porcentaje de las verdulerías del centro de la ciudad. Distribuidos en forma de cruz, sus 340 puestos abren todos los días, de lunes a viernes, bien temprano.
La cuarentena impuesta por la pandemia obligó a modificar algunos hábitos. Los ingresos se realizan por tandas, de no más de 30 personas cada 20 minutos, para evitar la saturación de los pasillos. Además, el personal de vigilancia se encarga de controlar la temperatura y de rociar alcohol diluido en las manos de productores y clientes.
“Tratamos de cuidarnos entre todos, porque sabemos que si uno no cumple con las medidas de prevención, pone en riesgo a los otros”, subrayó el administrador del mercado, Gustavo Suleta, y destacó que se incrementó la limpieza de baños y la provisión de jabón líquido. Para reforzar esas acciones, se colocó cartelería preventiva en todos los espacios comunes.
Qué cambios introdujo la pandemia en el mercado
Ruth tiene 28 años y se crió en el mercado. Sus padres son los dueños del bar y ella empezó a trabajar con un carrito llevando desayunos a los puestos. “El coronavirus cambió este lugar”, afirmó mientras acomodaba su tapabocas, rojo y negro, con el escudo de su club.
Destacó los controles implementados en los accesos y la provisión de alcohol en gel en los puestos. “Al principio tenía miedo de venir, porque acá hay mucha gente de afuera, pero ahora con todos esos cuidados estoy más tranquila”, apuntó.
Mauricio Fuentes tiene 72 años y es dueño de una verdulería en Carriego al 1800. Ayer salía del mercado con un carro donde había cargado varios pallets de huevos y enormes atados de perejil y cebolla de verdeo. “¿Están haciendo análisis de coronavirus?”, preguntó al toparse con las agentes de salud, cubiertas de monos blancos, con barbijos. “Yo trato de no salir, porque por la edad soy de riesgo. Pero tengo que seguir trabajando”, se excusó y siguió caminando, como quien no quiere la cosa.