Primero, respetar la ley
Reflexiones, por Carlos Torres. Seguramente la Argentina sería un país
distinto y claramente todos viviríamos mejor si cada uno de nosotros, en su pequeño espacio del
país, respetáramos las normas vigentes, si sometiéramos nuestra conducta a los códigos de
convivencia que marcan ordenanzas y leyes.
19 de diciembre 2008 · 01:00hs
Seguramente la Argentina sería un país distinto y claramente todos viviríamos
mejor si cada uno de nosotros, en su pequeño espacio del país, respetáramos las normas vigentes, si
sometiéramos nuestra conducta a los códigos de convivencia que marcan ordenanzas y leyes. Pero como
esto no sucede y la "especialidad de la casa" es la transgresión, la avivada, la conducta
individual que perjudica a la comunidad, nos convertimos todos en víctimas de nuestras propias
inconductas. Y luego, inmediatamente, comenzamos la búsqueda de responsables, de culpables, como si
el hallarlos nos aliviara colectivamente del dolor de la irreparable transgresión.
Asimismo, en esa búsqueda apresurada de culpables, en la que el dolor, la
impotencia, la falta de respuestas alteran siempre los escenarios, se comienzan a transferir las
responsabilidades de manera que termina siendo lo mismo aquel que apretó un gatillo y disparó como
aquel que, según nuestro criterio, no evitó que eso sucediera.
Cuántas veces vimos a conductores desaprensivos que a 100 km por hora dentro de
nuestras ciudades atropellan a la gente y de inmediato la sociedad endilga al Estado la
responsabilidad del hecho por no haber construido precisamente allí un lomo de burro. O los vecinos
que aducen falta de limpieza en determinados lugares, con basura acumulada que ellos mismos
arrojaron diariamente de manera irresponsable.
Hace pocos días, sorprendentemente los legisladores justicialistas solicitaron
la interpelación (y algunos incluso la renuncia) del ministro de Seguridad de la Provincia, Daniel
Cuenca, luego de los escandalosos acontecimientos de Rosario, que costaron la vida de una persona y
provocaron numerosos heridos, algunos muy graves. ¿No era más oportuno y prioritario escuchar
primero a los gremialistas que con sus disputas internas por el poder concurrieron a Rosario
armados y propiciaron las confrontaciones entre bandos conmocionando a todo un barrio y destrozando
los bienes de la gente? Nuevamente la transferencia de responsabilidades.
Otro ejemplo claro: Cromañón. Más allá de la concurrencia de irregularidades que
existieron indudablemente, hoy el jefe de gobierno está destituido y quienes arrojaron las bengalas
que provocaron las muertes no están ni siquiera identificados.
Evidentemente, las sociedades que mejor funcionan son aquellas en las cuales sus
integrantes valoran que cada pequeño aporte individual se convierte en indispensable para la
comunidad donde vive.
Obviamente, es el Estado quien debe controlar y proteger a sus ciudadanos, pero
el esfuerzo de policías, inspectores, trabajadores de la limpieza, guardias urbanas, etcétera,
jamás será suficiente ante comunidades transgresoras de la ley, a las que sólo parece importarles
lo que sucede puertas adentro en sus propias casas.
La democracia implica mucho más que la posibilidad de votar cada dos años a
nuestros gobernantes; significa también incorporar valores que mucho tienen que ver con la
tolerancia, el respeto a la ley y el compromiso de todos con la cosa pública. En definitiva,
debemos apostar, entonces, a un enorme cambio cultural que se fundamente en una sociedad que,
viviendo en libertad, sea responsable de sus actos y dueña de su destino.
(*) Intendente de Firmat