La continuidad en el tiempo de una economía de ajustes ha terminado por impactar en todos los sectores del país. Se terminó el changüí que la sociedad le dio al gobierno nacional en materia económica, y que tiene como dato empírico el triunfo en las elecciones legislativas.
El gobierno no supo, no quiso o no pudo leer el mensaje de las urnas, y tomó como un cheque en blanco lo que era, apenas, una muestra de optimismo respecto del futuro. Nunca, desde el 10 de diciembre de 2015, fecha en que asumió Mauricio Macri, la gente dijo estar mejor económicamente que en el pasado inmediato. Sí, reflejó hasta hace poco que tenía sobradas expectativas de estar mejor en el futuro. The dream is over, cantaba John Lennon. El sueño se terminó.
Lo que no tiene razón de ser en este presente es el mañana es mejor, que cantaba Luis Alberto Spinetta. Lo peor no pasó. En realidad, en Argentina, lo peor siempre está por venir. El que corte esa cadena de infortunios se quedará con la sortija.
Preguntas sin respuestas
Lo único que tiene que agradecer el macrismo es la absoluta ausencia de oposición a la hora de mostrarle los dientes a Cambiemos. El peronismo atraviesa un insólito momento de dispersión. Justo ahora, los peronistas se han puesto cualitativos. El colmo es Miguel Pichetto, quien no tiene un solo voto de referencia y, al igual que el salteño Juan Urtubey, pretenden que el kirchnerismo juegue por afuera. Ni siquiera se preguntan cómo harán para sacar cuatro votos en el conurbano bonaerense. Ya les demostró María Eugenia Vidal que sin provincia de Buenos Aires no hay peronismo en la Nación.
Pero para esa instancia, todavía falta un tiempo. A diferencia de Santa Fe, donde el calendario electoral empieza a acelerar las agujas del reloj. Los que están lejos de acercarse a cualquier interés por el capítulo preelectoral son los argentinos que la están pasando mal con la economía, esos que les restan interés a los dossier sobre la corrupción kirchnerista y les quitan ojos y oídos al destape sobre las correrías K.
Se escribió en el propio diario La Nación, el lunes pasado, en una columna firmada por el periodista Claudio Jacquelin: "El sismo que se registra en la dirigencia y en los medios difiere de lo que ocurre mayoritariamente en la popular. Hasta ahora. Una sociedad anestesiada y descreída de todo, como consecuencia de la orgía impune de hechos de corrupción de las últimas dos décadas, parece seguir con mucha desconfianza y moderada expectativa el desarrollo vertiginoso de la mayor causa conocida hasta ahora sobre los negociados entre funcionarios y empresarios". A confesión de parte, relevo de prueba.
El histórico halo de corruptela de muchos jueces de Comodoro Py (para quien crea que esto es una arbitrariedad, leer el sincericidio de Norberto Oyarbide) y el clima de tristeza profundo por la situación económica hacen que buena parte del pueblo argentino ponga la adrenalina en otro lado. Cualquier encuesta, sin presencia de trolls, cosecha una mayoría amplia para el "no va a pasar nada". cosecha una mayoría amplia para el "no va a pasar nada".
Tampoco nadie hubiera imaginado que una Presidencia de Daniel Scioli —hoy diputado nacional, ausente de todos los debates públicos— hubiera generado semejante destape de la corrupción. En una gestión suya, no se hubiera escuchado el chiste que circuló ayer entre empresarios, en Puerto Norte: "El próximo Coloquio de Idea se hará en la Cárcel de Ezeiza".
Según un estudio de Isonomía, una empresa cuyos informes son muy consumidos en Balcarce 50, sostiene que el humor social está en el peor momento desde 2014. El 74 por ciento cree que está peor que en 2017.
A la vez, el 56 por ciento considera que en 2019 estará igual o peor. Otro dato sorprendente, es que cuando Macri asumió, el 64 por ciento creía que la herencia recibida justificaba las medidas. Hoy, ese número bajó casi veinte puntos.
Estos datos fueron presentados en el precoloquio que se realizó en el Centro de Convenciones, y terminaron con una aseveración de Juan Germano, director de Isonomía: "Hay que ver qué mandato gana en 2019: si es kirchnerismo versus el no Kirchnerismo, o si es Mauricio contra Macri, lo que cumplió contra lo que no cumplió". Todo dependerá de los votantes blandos. Ese 25 por ciento que define desde el punto del penal.
En el mientras tanto la política del día a día resulta liviana. A la par de que el macrismo chicanea a todo el PJ de proteger a Cristina por no autorizar los allanamientos, el que faltó ayer a la sesión del Senado —además de numerosos legisladores del PJ— fue Esteban Bullrich, de viaje de placer por Europa con su familia.
El bloque peronista puso senadores en cancha, entre ellos a Omar Perotti. Sabe el rafaelino que hay una demanda de la sociedad para que CFK sea investigada y condenada. En las primarias santafesinas deberá enfrentar al kirchnerismo.
Entre zafarrancho económico y destape de la corrupción, los movimientos políticos parecen una escena naif.