Este ha sido un año intenso para Europa. Hoy es el primer Día de Europa en el
que ciudadanos de países antes divididos por el "telón de acero" pueden viajar libremente por la
Unión Europea gracias a la extensión hacia el Este del espacio de Schengen de libre circulación de
viajeros. Este año también celebramos el décimo aniversario de la Unión Monetaria Europea, uno de
los símbolos más potentes de la UE. La zona euro se ampliará a países que, hace menos de veinte
años, aún tenían economías dirigidas por estados totalitarios.
Han sido la puesta en común de nuestros recursos y el establecimiento de lazos
cada vez más estrechos entre los países de Europa los que han permitido unificar nuestro continente
en paz, aportando libertad, seguridad y prosperidad a sus ciudadanos.
Cada vez más, nuestros logros internos repercuten en nuestra posición en el
mundo. Con una población de 500 millones de habitantes y un cuarto de la renta mundial, la UE
representa un quinto del comercio mundial. Suministramos más de la mitad de la ayuda al desarrollo
y de la ayuda humanitaria del planeta y el euro se ha convertido en la segunda divisa más
importante del mundo en reservas y comercio, lo que ha aumentado la influencia de la UE a nivel
mundial.
Pero esta influencia cada vez mayor va acompañada de mayores responsabilidades.
Para estar a la altura del desafío que ello supone, intentamos lograr un consenso global en torno a
los temas que afectan al planeta, ya sea el terrorismo, la proliferación de las armas de
destrucción masiva, la delincuencia organizada o la quiebra del Estado. Además de estos problemas,
el suministro de energía y el cambio climático dictan cada vez más las demandas a las que deberán
hacer frente las futuras generaciones.
El cambio climático no es solamente un problema medioambiental y económico; es
un "multiplicador de riesgos" que amenazará a las sociedades en casi todas las partes del globo. El
cambio climático exacerbará la escasez de agua y comida, agravará la pobreza, empeorará las
condiciones sanitarias y generará una competencia cada vez mayor por los recursos. Si los países
más débiles no pueden adaptarse, puede incluso llevar a la migración forzada y a la posible
radicalización y fracaso del Estado, con los consiguientes riesgos internos y externos para la
seguridad.
La UE predica con el ejemplo y se ha comprometido a reducir las emisiones de
gases de efecto invernadero en al menos un 20 por ciento. Además, la UE aumentará hasta el 20 por
ciento del consumo energético la parte de energías renovables de aquí a 2020. Estamos dispuestos a
llevar la reducción hasta el 30 por ciento en un nuevo acuerdo contra el cambio climático si otros
países desarrollados se comprometen a hacer esfuerzos comparables.
Para estar a la altura de sus responsabilidades, la UE ha tomado la iniciativa
en el liderazgo de una respuesta global. Nuestro trabajo se dedica a una "diplomacia verde"
intensiva con nuestros socios mundiales: adoptando medidas de mitigación y adaptación in situ,
colaborando estrechamente en el seno de la ONU para internacionalizar la respuesta mediante la
consolidación de un multilateralismo efectivo en vísperas de Copenhague 2009 y con vistas a la
presidencia japonesa del G8, pidiendo el compromiso de nuestros países socios en todos los foros
pertinentes e integrando las consideraciones relativas al cambio climático en todas las políticas
de la CE.
La otra cara de la moneda la constituye la seguridad energética, que tenemos que
abordar ineludiblemente para que nuestra respuesta sea eficaz. Se trata de un problema
internacional que afecta a países productores, de tránsito y consumidores en estrecha
interdependencia. Los países productores necesitan mercados estables y económicamente fuertes para
sus productos energéticos, mientras que los países consumidores y de tránsito necesitan un
suministro de energía seguro y estable para cubrir sus necesidades. La UE desempeña su papel
mediante el impulso del diálogo y la cooperación entre países productores, de tránsito y
consumidores, promoviendo la eficacia energética e incitando a otros países a diversificar sus
fuentes de energía.
Necesitamos aumentar la gobernanza global para poder hacer frente a los desafíos
mundiales, asegurando la protección y el bienestar de nuestros ciudadanos y evitando que las
amenazas se conviertan en fuentes de conflicto. Tenemos que hacer frente a las amenazas para la
seguridad humana, haciendo de las personas el centro de nuestros esfuerzos. Hay que romper el
círculo vicioso de la pobreza y de la violencia y todos debemos contribuir para lograrlo. Por lo
tanto, continuaremos promoviendo medidas para la prevención de conflictos, la consolidación de la
paz, la reconstrucción postconflicto, la gobernanza democrática, la protección de los derechos
humanos y el desarrollo y la capacitación socioeconómicos de las mujeres.
En la era de las amenazas y oportunidades globales necesitamos dedicarnos
plenamente a luchar por el respeto y la comprensión mutuos. Necesitamos hacer lo imposible para
reducir el odio a su mínima expresión y dar la palabra a la razón. Por ello, la Unión Europea ha
designado 2008 año europeo del diálogo intercultural y fomenta un diálogo estructurado a través de
sus programas e iniciativas, especialmente en el marco de la política europea de vecindad.
La Unión Europea está en constante evolución para seguir dando respuesta tanto a
las nuevas aspiraciones de sus ciudadanos como a la naturaleza cambiante del mundo que nos rodea. A
este respecto, las nuevas disposiciones institucionales que se derivarán de la ratificación del
Tratado de Lisboa constituyen un paso importante. La UE se racionalizará, con instituciones
modernas y métodos de trabajo optimizados para abordar de forma eficiente y eficaz los retos del
mundo de hoy.
(*) Titular de la Comisión Europea para las Relaciones Exteriores.