Las Paso del 11 de agosto serán una prueba de tanques llenos. Como eran las competencias de los domingos hasta 2004, previas a las carreras. O un censo, una encuesta destinada a saber en qué lugar está parado cada candidato. No mucho más que eso.
Por Mauricio Maronna
Las Paso del 11 de agosto serán una prueba de tanques llenos. Como eran las competencias de los domingos hasta 2004, previas a las carreras. O un censo, una encuesta destinada a saber en qué lugar está parado cada candidato. No mucho más que eso.
Todas las encuestas publicadas le dan ventaja a la fórmula Alberto Fernández-Cristina Kirchner, con diferentes ecuaciones, de más a menos. Pero nada está resuelto. El Centro de Estudios para la Nueva Mayoría, que dirige Rosendo Fraga, hizo un interesante trabajo de sistematización de los sondeos.
La encargada por el Banco BTG Pactual da 37,8 por ciento para Fernández-Cristina y 34,4 por ciento para Macri-Pichetto. La misma encuesta para la elección general, reduce la ventaja (37,9 por ciento a 36,5 por ciento). La de Real Data Time otorga a la principal fórmula de la oposición 37 por ciento, frente a 35 por ciento del oficialismo. Giacobbe y Asociados consigna 40 por ciento para la fórmula encabezada por Alberto Fernández y 37 por ciento a la de Macri. Management & Fit da 39,9 por ciento a Fernández y 38,2 por ciento a Macri. Opinaia registra 32 por ciento a 29 por ciento a favor del peronismo, Raúl Aragón, registra 35,8 por ciento para Fernández y 29,7 por ciento para Macri. Aresco, según pudo saber este dario, tiene a F-F entre 5 y puntos arriba.
Números de la tercera vía
En tanto, los números de Ricardo Rouvier muestran 39,6 por ciento para la principal fórmula de la oposición y 35,2 por ciento al oficialismo y la de Analogías, 42 por ciento para Fernández y 38 por ciento para Macri. Mientras, Roberto Lavagna aparece con porcentajes disímiles, que oscilan entre 4 por ciento y 13 por ciento. Algo similar sucede con Espert: va del 4 por ciento al 7,5 por ciento.
Esa ensalada de números permite asegurar sólo una cuestión: el escenario está completamente bierto. El intento de polarizar in extremis, de parte de las dos fórmulas principales a la Presiencia, y de buena parte de los medios nacionales, puede acelerar las sumatorias de Fernández y/o de Macri, hasta lograr que alguno de los dos gane en primera vuelta. ¿Será?
En ese contexto, los comicios de agosto podrían resultar también una primera vuelta camuflada y, las elecciones de octubre, traducirse en un ballottage de hecho. Ayer, en diálogo con este diario, Lavagna comentó que hay un intento desmedido por forzar la polarización. Y se nota.
En el campamento del ex ministro de Economía tienen encuestas propias que lo acercan al 15 por ciento. Esos sufragios, más los que vayan a Espert, a la izquierda y a los celestes de Juan José Gómez Centurión darán una idea práctica del estado real de la polarización.
Como se adelantó en esta columna, la provincia de Santa Fe pasa a ser uno de los territorios más deseados por los principales candidatos. Resultará clave lo que suceda en la bota, Entre Ríos y Córdoba para saber finalmente cuál será la suerte de Macri. Estos tres Estados provinciales le permitieron compensar, en 2015, la derrota que sufrió en provincia de Buenos Aires. Los 800 mil votos de diferencia que tuvo Cambiemos respecto de Daniel Scioli en la zona centro del país le hizo cantar victoria.
La foto
Ayer, la foto entre el gobernador electo Omar Perotti y Juan Schiaretti generó múltiples repercusiones. Se produjo la instantánea a 24 horas de que el rafaelino reciba a Fernández. Y a 24 horas de que el gobernador cordobés sea anfitrión de Macri en la capital cordobesa, donde está previsto que compartan una cena con sus respectivas esposas.
Por estas horas, el candidato del Frente de Todos intenta componer acuerdos sólidos con los gobernadores. Es la vía más directa para lograr votos que vayan más allá de los propios. Hacia adentro, Fernández deberá unificar posiciones y estrategias de campaña, algo que lo diferenció hasta acá de la tarea siempre prolija y eficaz de Juntos para el Cambio. Se sabe: el macrismo tiene mejores resultados haciendo campaña que gobernando.
En la provincia de Santa Fe, la transición obliga a la Casa Gris a tener que duplicar esfuerzos: gobernar y hacer campaña. El propio gobernador tuvo que salir al cruce del posicionamiento de Eduardo Di Pollina, diputado provincial socialista, que anticipó su rechazo a votar la fórmula Lavagna-Urtubey. Para tranquilidad del oficialismo gobernante, el propio Antonio Bonfatti tomó distancia de Di Pollina, quien, sin embargo, apoyará la candidatura de Enrique Estévez a diputado nacional.
Transición a la santafesina
La transición es demasiado extensa en Santa Fe. Los meses que quedan para que Miguel Lifschitz le entregue el poder a Perotti serán claves, no sólo para el presente, sino también para el futuro del Frente Progresista. La gente recuerda los últimos meses de las gestiones.
En ese sentido, el mandatario está preocupado por la situación de violencia e inseguridad, y le ha hecho saber el malestar a los funcionarios encargados del área. No es para menos: la situación en las últimas horas se desbordó.
En las próximas horas habrá una nueva reunión entre el ministro de Gobierno, Pablo Farías, y los representantes peronistas de la transición. "Vamos a dar respuesta al pedido de Perotti, casi toda la información que requieren ya está publicada en la página web de la provincia", dijo el ministro de Economía, Gonzalo Saglione.
Entre campaña, prueba de tanques llenos (las Paso) y transición, la política provincial va forjando su presente. Con más dudas que certezas.