El Desert Trip se presentó como el recital del siglo. El 6, 7 y 8 de octubre compartieron escenario Paul McCartney, The Rolling Stones, Bob Dylan, Neil Young, The Who y Roger Waters. Cada uno cobró más de 7 millones de dólares, unos 100 mil dólares por cada año de vida. Goldenvoice, la empresa de entretenimiento que organizó el evento ganó algo más de 160 millones de dólares, sin contar los derechos de reproducción audiovisual.
Woodstock es Desert Trip, la Terraza de Apple es escenario tardío,la alucinación es una dieta programada, las mañanas campestres se disfrutan desde los countries, las mentiras son verdades que no valen la pena, las bohemias se pagan con black card, la comunidad se administra en el consorcio, la saudade da brasileiro soporta el ritmo del axé, la vieja Revista Pelo es Bebe Contepomi, las guitarras de Jimy Hendrix distorsionan en envases de DJ. Se elige la cepa del vino antes que la borrachera, la religión es más importante que Dios y la justicia no supone revoluciones para concluir que el amor no necesita de las mujeres.
Finalizado el evento, la Academia Sueca decidió otorgarle el premio Nobel de Literatura al juglar Bob Dylan. Merecido reconocimiento al hombre que desató la mente para acompañar el cuerpo que ya había liberado Elvis, dicen los comentaristas de rock. Si una palabra define a Dylan fue "misterio". Sus fans y biógrafos se encargaron de publicar que hasta el "establishment literario" se ha rendido ante él. Los autores de esta nota estamos más propensos a creer que en realidad "el misterio" ha sido develado y junto a él —para no dejar de sentirnos latinoamericanos— el torbellino de Macondo se ha llevado una época.
Vivimos una época de clausura. El telón cae entre aplausos y nostálgicos homenajes. Reconocemos lo que ignoramos con marcada intención.Visibilizamos las imperfecciones. Sentimos los agotamientos. Asumimos las reivindicaciones. Comprendemos las postergaciones y la diversidad. Se destapa lo oculto. No podemos disciplinar lo que antes conducíamos. La realidad es más grande que nuestras mediciones. Perdonamos lo que odiamos. Las hazañas se volvieron triviales. Los héroes viven ocasos tempranos y renacen de la mano del espectáculo. Escuchamos lo que se murmuraba. La historia se fugó. Hippies, rebeldes y revolucionarios son un valioso markenting de pasado para un futuro seguro. Ya los padres se desnudaron frente a nosotros. Desfallece la escuela. Tambalea el Estado. Ya Murió Dios.
Así, mientras el tiempo discutía con su pasado, el famoso inverso multimillonario y gurú motivacional James Altucher decidió deshacerse de sus posesiones materiales y quedarse con sólo 15 objetos que guardó en una bolsa. Con sorpresa para todo el mundo salió de su costoso departamento de New York y decidió dar un giro a su vida: "Tengo la ambición de no tener ambiciones". Armó su lista de cosas imprescindibles:
tres camisetas, tres pantalones, dos calzoncillos, dos pares de medias y dos pares de zapatos. Para continuar con su trabajo, cargó una computadora portátil y su IPad. No olvidó un último ítem: una bolsa con 4.000 dólares en denominaciones de 2. La gente siempre te recordará si dejas una propina, e-xplicó. El resto de su ropa, electrodomésticos, libros, utensilios, álbumes de fotos… todo fue regalado, donado por internet o directamente arrojado a la basura.
¿Con qué cosas nos quedamos y cuántas cosas tenemos que tirar en la bolsa? ¿Qué es memoria y que es sólo recuerdo? ¿Nos vamos a consumir en la cercana y vertiginosa in-comunicación como en las Confusiones de Kafka? ¿Hay que negociar nuevas diferencias con el futuro? ¿Alcanza con negociar nuestras diferencias individuales como aconsejan los coucher? ¿Seremos felices solos o se trata de un nuevo relato del pueblo?
Vida y futuro son el problema. Umberco Ecco escribió Baudolino para adueñarse del futuro por la imaginación, sea ella verdadera o falsa. Derrida, luego de la desconstrucción, sólo atinó a pensar que el por-venir no es más un "quizás". Agamben se inclina por una cuestión de fe (pistis) que sólo se recupera con una arqueología del pasado que supere la "fe en el dinero" que ha traído el capitalismo. Zizek demanda interpretación profunda de los signos presentes de un comunismo que finalmente llegará. Borges afirma que el futuro es una tradición y que
—por eso— él era siempre el futuro Nobel de una tradición escandinava. La lista de leídos sigue y sigue.
La publicidad de coaching continúa. Es exitosa. Su tarea es interpretar datos...como los periodistas. Cuesta diferenciar el programa de la tanda. Los políticos aparecen en partes iguales en ambos. Un "padre responsable" vestido de traje apellidado Pergolini hace pensar a Nelson Castro con un discurso tradicional.
Interpretar el futuro es quedarse con el poder. El futuro son vidas. Amanece.