La política (al fin, los políticos) quieren ponerle fin a la cuarentena con un decreto invisible. Lo mismo harían con la pandemia, pero no pueden. Ya están todos jugando a la política.
Por Mauricio Maronna
La política (al fin, los políticos) quieren ponerle fin a la cuarentena con un decreto invisible. Lo mismo harían con la pandemia, pero no pueden. Ya están todos jugando a la política.
La caída del gobierno nacional en las encuestas de imagen es cada vez más fuerte. No hay que consultar demasiado a los encuestadores para saberlo, apenas basta con poner oídos y ojos en la realidad. Varios errores hicieron caer a Fernández desde la punta de una pirámide altísima: tenía 83 por ciento de imagen positiva al inicio de la cuarentena. Pero se enredó en su ir y venir, en no hacer ni una sola crítica a la liberación de los presos por corrupción, al impulso a la reforma judicial. Y, al fin, la economía empieza a jugar su partido.
Ni el más ferviente opositor (de los sensatos, no de los haters que tiene el macrismo) hubiera creído que, a ocho meses de asumido el Frente de Todos, le habrían organizado tres marchas multitudinarias. Y eso, aunque lo quieran negar algunas voces, es lo que ocurrió.
Efecto rebote
Al gobierno le falta un refresh, un horizonte político, al margen de que es probable que venga desde la economía un efecto rebote que le permita alzar la cabeza en tiempos electorales. No tiene voceros el gobierno. Sólo figuran en la planilla laboral, pero no actúan como tales. El propio Fernández se dio cuenta y lo hace aparecer a Santiago Cafiero como un bravío émulo de vaya a saber quién. No lo logra.
Debe agradecer el peronismo gobernante que el jefe de la oposición es Mauricio Macri. Porque no es verdad eso que dicen algunos dirigentes radicales de que el ex presidente no conduce. El jefe es el que tiene los votos, con una sola excepción: el inédito caso de Cristina y Fernández. Pero esas cosas sólo pasan en el peronismo.
Por más barba que Jaime Durán Barba (vaya coincidencia) le haga crecer a Horacio Rodríguez Larreta, el jefe de Gobierno porteño deberá ganarle a Macri la pole position. O, tal vez, Macri haga la gran Cristina y diga: "El candidato a presidente es Horacio y yo iré de postulante a jefe de Gobierno porteño". Al fin de cuentas, Rodríguez Larreta fue jefe de Gabinete de Macri y Fernández hizo lo propio con los Kirchner.
Sin oposición, con oposiciones
Encuestas serias muestran paridad entre "oficialismo y oposición", pero hay un detalle que disuelve ese escenario. No hay oposición, hay oposiciones. Al macrismo le conviene consolidar la grieta, ir a todo o nada. Qué curioso, sus teóricos parecen discípulos de Ernesto Laclau, uno de los ídolos de Cristina, quien aconsejaba partir el mundo en negro y blanco. Así nació la grieta. Hoy, son los macristas desbocados (por caso, Patricia Bullrich y el saltarín Miguel Pichetto) los que buscan el mano a mano.
Fernández ya debería tener operadores trabajando la dispersión opositora. Eso, le vendría muy bien al peronismo santafesino. Si toda la oposición fuese unida en la bota, el peronismo tendría grandísimas chances de perder. Pero la política es más que una suma matemática.
Miguel Lifschitz sabe de esa realidad, pero también conoce que si marcha a un frente con Juntos por el Cambio (alianza con potencialidad de triunfo) se le rompe el Partido Socialista.
Ya le mandaron el mensaje varios dirigentes. ¿Lifschitz será candidato a senador nacional? Lo que no se entiende es por que, si tanto pujan Antonio Bonfatti, Eduardo Di Pollina y Claudia Balagué, por ejemplo, en evitar una coalición potente con "la derecha", no buscan unir las partes del progresismo.
Difícilmente el progresismo provincial vuelva a ganar una elección si no logra que los sectores de Rubén Giustiniani, Ciudad Futura, Carlos Del Frade (y siguen las firmas) actúen como parte de un mismo espacio. Lo peor que hace el Frente Progresista es quedarse en el medio, sin anclaje nacional. El máximo ejemplo fue Hermes Binner, quien en su última performance electoral terminó muy lejos.
Ahora bien, para algunos habrá espacio en 2021 para un camino intermedio, hay quienes repiten aquello de la "avenida del medio". Eso, no se observa por ningún lado. Los medios nacionales (puntas de lanza del macrismo y alguno del Frente de Todos) no les dan ni el mínimo protagonismo a las fuerzas del interior. Para ellos, una "tercera posición" será la de Ricardo López Murphy, quien fue corrido del poder en su momento por una sentada de los militantes de Franja Morada.
Ya lo escribió Cazuza, y se puede parangonar con la política argentina y santafesina: "Un museo de grandes novedades". Siempre, o casi siempre, con los mismos nombres.
Té para tres
Omar Perotti y Pablo Javkin, mantienen imágenes positivas por arriba del 50 por ciento. Lo propio sucede con Miguel Lifschitz. La gente traslada las responsabilidades económicas a la Nación.
Pero hay un dato que sorprende, por ejemplo en el último muestreo de la consultora Inmediata.Ar. Pese a la pandemia, y la economía, cuando se consulta por los problemas locales, la inseguridad sigue siendo la principal preocupación, con más del 50 por ciento de opiniones disconformes. Recién después de la inseguridad, vienen la desocupación (9.8 por ciento) y la economía (8.2 por ciento).
Coronavirus mediante, alguien podría reflexionar como esa voz inteligente de la calle: qué bien estábamos cuando estábamos mal.