Dos ex gobernadores exitosos (Carlos Reutemamn y Miguel Lifschitz) están internados en el mismo sanatorio, tal vez en la misma sala. La vida es una tómbola. Y la política santafesina entró en stand by.
Por Mauricio Maronna
El aguante. El respaldo a Miguel Lifschitz llega desde la calle. Reutemann también se encuentra en el Sanatorio Parque.
Dos ex gobernadores exitosos (Carlos Reutemamn y Miguel Lifschitz) están internados en el mismo sanatorio, tal vez en la misma sala. La vida es una tómbola. Y la política santafesina entró en stand by.
¿Cómo hacer política cuando el gran elector de la oposición pelea minuto a minuto por su vida? No hay forma. Y si la hubiera resulta incómodo hablar de cosas que parecen menudencias y están vinculadas a la Cámara de Diputados y cuestiones por el estilo.
La decisión del gobierno y la oposición de pasar las Paso para la víspera de primavera es una decisión sensata. Tal vez se trate de la primera cuestión trascendente acordada por los que diariamente pelean como perro y gato por estupideces.
Ahora sí, la política nacional también entró en stand by. En el peor momento personal, el presidente de la Nación va a cambiar el aire a Europa, en una gira que le puede servir para salir del corralito emocional en el que se encuentra. Se lo ve mal al presidente, sin poder propio, deslegitimado. Tal vez vuelva recargado. Ojalá.
La razón del voto
En la política actual no hay que hacer juicios apresurados: ni en Santa Fe ni en la Nación. Hay una corriente antiperonista cada vez más intensa que decidirá su voto en base a una razón pragmática. Votará a quien más chances tenga de derrotar al Frente de Todos. Aquel escenario de 2019 en el que Fernández aportaba el voto moderado extra Massa no existe más.
El fernandismo (Vilma Ibarra, Julio Vitobello, Eduardo Valdez y algunos más) no pudo ampliarse con el nacimiento político de un bloque de gobernadores capaz de hacerle frente al kirchnerismo. Hoy, el peronismo es el kirchnerismo. Sólo Sergio Massa podría prepararse para un esquema símil 2019. ¿Hay espacio para que Massa sea el Fernández del 2019? Ese gambito ya hizo su gracia. Pero en Argentina nunca se sabe.
Tampoco hay que permitirse el lujo de dar por terminada la experiencia electoral de Fernández, aunque casi todos escriban que la reelección murió antes de nacer. Siempre, salvo en 2015, es la economía la que marca los pasos electorales. Hoy, la economía no arranca por ningún lado.
Cristina tiene claro que las cartas están mostradas y presiona al gobierno para que acelere políticas dirigidas a los sectores bajos. Consolidar el voto duro es su principal preocupación. Es una estrategia pobre, porque hasta le costó la derrota a ella en 2017 contra Esteban Bullrich, pero como decía Charly García: “Lo que ves es lo que hay”.
La única chance que tiene el Frente de Todos en 2023 es repetir el esquema de todos unidos triunfaremos, pero los comicios legislativos representan otra cosa. El mismo problema se les presenta a los peronistas y progresistas santafesinos. Hay una intención de voto marcada hacia Juntos por el Cambio, pero faltan nombres, aunque José Corral y Federico Angelini quieran una banca de senador.
A propósito, ¿la designación de Corral en el Enacom es un indicio de que no va a competir o apenas un trabajo hasta las elecciones? En Rosario, Juntos por el Cambio se va a jugar por la reentré de las elecciones de 2017, pero para eso necesita unificar estrategias, nombres y apoyos nacionales. Tendrán que acostumbrarse los no cambiemitas a ver aterrizar en la ciudad a Patricia Bullrich, Mauricio Macri y otros referentes de ese espacio.
El gran negocio
La gestión de Omar Perotti será un significante en el 2023, no en las próximas elecciones, donde la nacionalización será una sopa caliente a pedir de la grieta, que no es otra cosa que un negocio pergeñado por macristas y kirchneristas. Y ese negocio terminó con ambos cobrando en ventanilla.
Esas son aproximaciones, en una provincia que está pendiente de la salud del gran elector de los 90 y del gran elector actual. Vaya coincidencia.
Las consecuencias económicas de la peste se dejan ver cada vez más en Rosario, al igual que en todos los grandes centros urbanos. Desazón, angustia, abatimiento. Con esos sentimientos irán —o no irán— los argentinos a votar. Es un país políticamente tan mediocre que hasta a los outsiders no les da el pinet. José Luis Espert es pulimentado ejemplo de lo que se escribe.
Toda la tertulia política del día a día es previsible, reiterada, absurda. Que si Cristina tiene cada vez más poder y Fernández menos, que si la interna del PRO terminará de devorarse a Macri (con pésimos porcentajes en su imagen) y souvenirs por el estilo.
La fortaleza futura de Fernández dependerá de la grilla vacunatoria y del estado de la clase media, esa gran influencia del tránsito de la historia. Hoy, la clase media esta padeciendo y llevando sobre sus hombros el peso de la crisis. Cuando todo es subsidio a su alrededor.
Las deficiencias oficiales en la instalación temática ha convertido en tema casi escondido lo mejor que hizo el oficialismo: modificar el esquema del impuesto a las Ganancias. Algo que sí beneficia a la clase media.
Todo lo demás es grisura.