En estos días se debate en el Senado santafesino la ley provincial de Educación Sexual, la cual ya obtuvo media sanción de la Cámara de Diputados. En nuestra sociedad hay una gran ambivalencia frente a la educación sexual, un gran interés por saber más, pero cierta resistencia para hablar directamente del tema. Esta actitud es en parte resultado del desconocimiento sobre los beneficios de la educación sexual y también del miedo que los seres humanos sentimos ante la posibilidad de caer en situaciones que no podamos manejar.
Definitivamente, hay que reconocer que pocos conocen los efectos de la educación sexual y que la sexualidad es un tema que mueve nuestras más profundas emociones, es un asunto que toca nuestras fibras más íntimas.
Las generaciones anteriores crecieron rodeadas de silencio, de ignorancia, de tabúes y prejuicios. Y no solamente ellas, las actuales también. Los y las que somos mayores aprendimos en lo que los y las especialistas en educación llaman "currículum oculto" a través de los distintos espacios por donde hemos transitado nuestras vidas, que por supuesto no eran científicos, cargados de suposiciones y mitos predominando de origen una carga religiosa dominante.
Conocer los beneficios de la educación sexual que señalan las investigaciones puede ser un punto de partida sólido para apoyar los programas y vencer los miedos, para concientizar sobre la importancia de la educación sexual y conseguir aliados que permitan extender los servicios hasta el último rincón de la sociedad. Poder tomar en cuenta los factores que facilitan o dificultan la salud sexual, identificar los problemas y los retos actuales.
Los logros positivos de la educación sexual son los mejores argumentos para promoverla, para acabar con prejuicios y romper las barreras de quienes no han podido superar sus miedos, para contrarrestar a quienes creen que la educación sexual tiene efectos adversos, para terminar con la ignorancia.
Reconocer el valor de la formación y del conocimiento es la base para que niñas, niños y adolescentes encuentren en su sexualidad una fuente de alegría y cuenten con instrumentos para el ejercicio pleno y responsable, libre de abusos, violencia, discriminación, embarazos no deseados e infecciones de transmisión sexual.
Los y las detractores de la implementación de la educación sexual que organizan marchas, que obviamente todo el derecho tienen, esgrimen como instrumento de propaganda con el sólo efecto de infundir miedo que existiría una ideología oscura, oculta pergeñada no se sabe dónde, que a los y las hijas se los adoctrinaría para convertirlos/as en pervertidos/as y vaya saber que otra maldad. Son palabras cargadas de odio y amenazas. Arranquemos con el imperativo "con mis hijos no te metas", esta estrategia de propaganda su origen se remonta a la Alemania del nacionalsocialismo y ha sido usada en otras ocasiones a lo largo de la historia argentina.
Pues bien, me gustaría que estas palabras les lleguen y las puedan leer los señores y señora senadora y los y las padres. Mi discurso se ha caracterizado siempre de ser claro y salir desde lo más profundo de la honestidad y el afecto.
Lo que más temen:
•La homosexualidad no se enseña, yo no fui a ninguna escuela y nadie me enseñó nada, la sexualidad y la orientación del deseo fluyen como la vida misma, nunca se interrumpe ya que sólo finaliza con nuestra existencia.
•A veces hay que cuidarse de esos que hablan de moral y meten en medio a Jesús para obtener oscuras intenciones, sino véase el caso del clero pedófilo.
•En el Reino de Suecia se enseña la educación sexual desde los años treinta del siglo pasado y no veo a esa nación europea como decadente, orgiástica, llena de degenerados/as caminando por las calles.
•En cuanto a esa frase con tono amenazante de que con los hijos/as no hay que meterse es bueno recordar que el deber del Estado es proporcionar la educación a sus habitantes. Y esa educación incluye la educación sexual integral que dicho sea de paso es una ley de la Nación Argentina aprobada hace ya más de una década, que nunca fue implementada plenamente y con vigor, y que además permite que los establecimientos religiosos enseñen la sexualidad desde su ideología
Para finalizar, la educación sexual integral (ESI) no es un programa perverso y degenerado, no va contra la evolución de los niños y niñas. Se basa en cinco ejes: perspectiva de género, respeto a la diversidad, ejercicio de los derechos, cuidado del cuerpo y la salud, y valoración de la afectividad.
Reflexionemos, construyamos juntos/as aún con aquellos/as que piensan en forma diversa un futuro mejor para nuestros niñas y niños con responsabilidad, sin culpa. Creo que está en juego nada menos que la libertad de decidir sobre nuestros cuerpos. Nuestro país es un país laico y así lo construyeron quienes dieron su vida por él.