"Atención, acaba de entrar al local una mechera. Es una chica que lleva gorrita". El handy del guardia de seguridad apostado a la entrada de la gran tienda de Sarmiento y Córdoba alerta sobre una situación que parece repetirse en el local. Aunque aseguran que ahí sólo van a esconderse o despistar, porque saben que las están viendo a través de las cámaras. Recién entran cuando fueron descubiertas en plena peatonal intentando abrir una cartera. A veces esto ocurre antes de que concreten su misión, y otras cuando ya consumaron ese objetivo.
Peatones con cartera y hablando por teléfono son las presas más buscadas. Es que la atención de quien está manteniendo una charla telefónica que no puede cortar suele ser el mejor escenario de descuido. Y la ocasión para iniciar un acompañamiento sigiloso, que muchas veces pasa desapercibido. Sólo cada tanto un suave tirón en la cartera advierte que alguien está de compañía, y permite desbaratar la acción. Pero muchas otras, la gente descubre que le robaron cuando ya se fueron a mezclarse entre los demás, perderse en una galería o ingresar a un local.
Se las suele ver en una parada de colectivos, o mirando como al pasar una vidriera. También paradas en actitud despreocupada en cualquier parte de una cuadra controlando su teléfono. Pero es sólo un engaño para tomar distancia de la próxima víctima. O tal vez un sistema de coordinación con otros integrantes del mismo equipo, con quienes comparten la zona.
Algunas cosas son seguras:
1. Hubo en el último mes un aumento de los casos de robo en el centro por parte de mecheras.
2. El radio no es muy amplio: Santa Fe, Córdoba, Paraguay y San Martín.
3. Con una singular percepción que les permite detectar cuándo disminuye el control, parece que una señal las hubiera lanzado a la caza masiva de desprevenidos.
4. Es probable que las estadísticas oficiales no registren este incremento o la existencia de denuncias. La mayoría de la gente no las hace.
5. Muchos comerciantes hasta hicieron fotos de quienes se dedican a esa actividad y se las muestran a sus clientes a modo de advertencia.
¿Se sabrá por qué es tan fluctuante la presencia policial en el microcentro? De las garitas se pasó al auto pequeño que recorría la peatonal y a los vigilantes caminadores. Ahora pareciera que se está repensando todo y, mientras tanto, desapareció cualquier fuerza de seguridad de la zona. Especialmente en los horarios del mediodía y primeras horas de la tarde, que es cuando se registran la mayoría de los atracos.
No es que haya especial esperanza en el accionar policial. Aún en los casos con denuncias o que sean detectados estos robos in fraganti, es cuestión de horas que los acusados vuelvan al "trabajo".
Pero al menos la presencia policial disuade. Y para mayor efectividad de su tarea, sería recomendable aprovechar el meduloso registro de inteligencia que hicieron los comerciantes de la zona. Ellos conocen sobradamente a quienes se dedican con regularidad al arrebato. Tal vez esa información pueda ser recopilada por las autoridades para evitar lo que sucede por estos días: decenas de personas robadas en el medio de sus descuidos.