La falsificación del origen de la ciudad
Reflexiones. Los gobiernos del socialismo se abrazaron a la fecha del 5 de agosto como día
fundacional de la ciudad. De esa manera pusieron el foco en un acto burocrático y dejaron
intencionadamente de lado hechos centrales de nuestro origen histórico. El que no sabe de dónde
viene se dice que, en general, no sabe hacia dónde va.
25 de mayo 2009 · 01:00hs
Los gobiernos del socialismo se abrazaron a la fecha del 5 de agosto como día
fundacional de la ciudad. De esa manera pusieron el foco en un acto burocrático y dejaron
intencionadamente de lado hechos centrales de nuestro origen histórico. El que no sabe de dónde
viene se dice que, en general, no sabe hacia dónde va.
El socialismo desde el año 2002 impulsa la conmemoración del día de Rosario el 5
de agosto, dado que ese día de 1852 el entonces gobernador Crespo promulgó el decreto que reconoció
a la antigua Villa del Rosario como ciudad. Esta decisión de deformar el arranque de la ciudad
borrando sus orígenes o diluyéndolos en explicaciones "construidas", es un error lamentable desde
varios puntos de vista.
El principal es que definió un origen burocrático para una ciudad que es la
contracara práctica de lo burocrático. Rosario es pujante y emprendedora y no merece ese mito de
origen.
Por otra parte, apelar al acto burocrático deja de lado la versión épica, la de
Francisco de Godoy trasladando a un grupo de nativos calchaquíes para protegerlos de los
guaycurúes. Rosario puede pensarse mejor desde allí, dado que durante todo el trayecto de su
historia siguió siendo la tierra protectora de tantos inmigrantes que arribaron a ella buscando su
lugar en
el mundo.
El gobierno municipal, con su versión de la historia, no quiso reconocer la
impronta religiosa de los orígenes, aquella que rescata la construcción de la capilla de Nuestra
Señora del Rosario que en 1730 era la única existente entre Buenos Aires y Santa Fe. Una omisión
impropia para una ciudad que en la fe de su gente, encontró las fuerzas para resurgir de las más
profundas de las crisis sociales, cada vez que éstas se produjeron.
Tampoco tomaron en cuenta la versión productiva de los orígenes, aquella que
asegura que Rosario creció a partir de las estancias de San Miguel de los jesuitas o de la de Luis
Romero de Pineda. Ello contradice una definición central de la rosarinidad: la de la ciudad que se
hizo a
sí misma.
No debe extrañar que señalemos estas cosas en tiempos electorales. Es que las
disputas de campaña deberían consistir siempre en la discusión de proyectos. Y el tema del origen
es central en todo proyecto político. El imaginario popular tiene presente esto cuando dice que el
que no sabe de dónde viene no sabe hacia dónde va.
Las exclusiones históricas del socialismo prefiguran las definiciones actuales
de sus políticas de gobierno: los "distritos" en vez de los 30 barrios de la ciudad, el presupuesto
participativo en lugar de las vecinales, los playones municipales en vez de los clubes de
barrio…Bienvenida la campaña para discutir estas ideas, que no son sobre el pasado, son sobre
el futuro de la ciudad.
(*) Doctor en
derecho y ciencias
sociales