¿Qué dirá la historia de nosotros y de cómo atravesamos este tiempo único e impredecible? ¿Qué dirá el futuro de lo que estamos haciendo ahora, de nuestras virtudes y nuestras miserias? ¿Cómo mirarán el hoy los ojos del mañana?
¿Qué dirá la historia de nosotros y de cómo atravesamos este tiempo único e impredecible? ¿Qué dirá el futuro de lo que estamos haciendo ahora, de nuestras virtudes y nuestras miserias? ¿Cómo mirarán el hoy los ojos del mañana?
2020 cambalache, problemático y febril.
Visto desde este metro cuadrado, desde este aquí y ahora, la sensación es, con sus vaivenes, de desasosiego. De algo quieto, inconducido. Apagadas las metáforas bélicas y los megáfonos, un silencio atronador invade el momento.
Como cuando Duhalde lanzó su frase en el Congreso, al asumir la Presidencia tras la crisis de 2001: “Que sea lo que Dios quiera”. ¿Y los que no creemos en Dios?
Estamos en una encerrona. Lo ideal sería restringir actividades por 15 días pero no se puede, dice el gobernador, ante el pedido de botón rojo de parte de los que insisten en que, como se planteó en un primer momento, la salud debe estar primero que la economía.
Las normas no se cumplen ni se controlan. ¿De qué botón rojo hablan?
Lo ideal no existe, existe lo posible. ¿Qué es lo que la sociedad está dispuesta a hacer? ¿Hasta dónde los sectores económicos pueden soportar? ¿El Estado está poniendo todo lo que realmente puede poner para que aguanten?
Hace un año, exactamente un año, quienes hoy nos gobiernan celebraban desde balcones los triunfos electorales. Eran depositarios de sueños y esperanzas. Propias y ajenas. Nadie imaginaba que todos o casi todos sus proyectos iban a quedar a un costado, en pausa, postergados por una pandemia que puso al mundo patas para arriba.
Pero gobernar es también hacer frente a lo imprevisto. Conducir cualquier situación, incluso la anomia. O intentar hacerlo al menos. Y, a partir del cambio de realidad, anticiparse a los escenarios que vienen para mejorarlos.
Suele decirse que las crisis son también oportunidades. En este caso es también la oportunidad de construir liderazgos en el momento más complejo de la historia contemporánea. Es lo que pide la tremenda encrucijada de este presente.
Por Claudio González
Por Marcelo Castaños
Por Facundo Budassi