Demás está la descripción de lo que hoy está sucediendo. Tampoco faltan las recomendaciones para “mitigar” el efecto del coronavirus, ni la información del Estado a nivel global.
Demás está la descripción de lo que hoy está sucediendo. Tampoco faltan las recomendaciones para “mitigar” el efecto del coronavirus, ni la información del Estado a nivel global.
Sin embargo, surge la pregunta: ¿Qué hicimos todos estos años, considerando los avisos previos, para prevenir y sobre todo para prepararnos en caso que un pudiésemos evitarlo? Si bien es una pregunta válida, a lo mejor no es el momento de sentarse a pensar en ella, pero sí creo que cuando logremos (entre TODOS) pasar este momento, nos debería ocupar la respuesta a ella.
Justo la semana pasada, un cliente me preguntó si yo tenía alguna copia de “aquel plan de continuidad de negocio y manejo de crisis” que yo había preparado como primer paso para implementar la gestión de la continuidad de negocio y manejo de crisis en el año 2012. La necesidad surge, debido a que se lo había solicitado un organismo externo y lo necesitaban para cumplir un requerimiento.
Yo tenía la primera versión y también tenía otras versiones que fui actualizando con el paso de los años, con el propósito de volver con el tema y tratar de que dieran lugar para trabajar en la implementación. Algo que nunca sucedió, a pesar de mi esfuerzo en comunicar la importancia de esto, y de ir adecuando la propuesta a diferentes estándares internacionales.
Por el contrario, hay muchas organizaciones (también públicas y privadas) que sí han visto la importancia de prepararse para eventos de grandes magnitudes que puedan afectar la continuidad de sus operaciones, y que se han preparado adecuadamente.
Hoy con el problema presente, ya es tarde para prepararse, solo es momento de actuar con los recursos y la información que hay, con lo que podemos y como podemos. Es como si una organización nunca hubiese querido ocuparse de generar un plan para responder a un incendio. Cuando el evento sucede, ya no hay tiempo para pensar, hay que actuar. Y cuando el foco está en actuar, sin haber pensado y practicado antes, es más difícil lograr los resultados óptimos.
En la coyuntura actual empiezan a aparecer problemas, como por ejemplo, la calidad y la disponibilidad de las conexiones a internet, los problemas de acceso a servidores, reuniones de baja calidad debido a deficiencias en las herramientas de comunicación, empresas (y los organismos oficiales) que directamente no disponen de herramientas y metodologías para estos casos, incluso con personas que no están preparadas para el uso de la tecnología o para el trato con otras personas en situaciones como la actual, el “cómo” asegurar el empleo, etc. La lista de problemas sigue, incluso con otros que aún no conocemos.
Hoy, me pregunto que hubiese pasado si nos hubiésemos preparado para esto (TODOS), si hubiésemos hecho una gestión de riesgos, si nos hubiésemos preparado para maximizar las probabilidades de continuidad de las actividades y activos críticos. Como dije más arriba, cuando logremos salir de esto, considero que deberíamos pensar cómo prepararnos, las familias y las organizaciones (privadas y públicas, con y sin fines de lucro).