Por Mauricio Maronna
Falta poco menos que tres meses para que Omar Perotti y Pablo Javkin comiencen a gobernar. Un tiempo lo suficientemente largo para terminar de formatear los mejores equipos. Un tiempo lo suficientemente corto como para esperar que la realidad económica cambie.
Perotti regresó de Europa con el objetivo de ir definiendo su gabinete. Hay muchos nombres que se evalúan en los pasillos del peronismo. Tantos como partes interesadas. El rafaelino no ha dicho esta boca es mía.
Las especulaciones respecto de Walter Agosto, Danilo Capitani, Rubén Michlig, Roberto Sukerman, Carola Nin (y siguen las firmas) están a la orden del día (o no), pero la mejor definición respecto de lo que será la dio el senador Armando Traferri cuando se lo consultó por los nombres: "El ministro será Perotti". A imagen y semejanza.
No esperan dirigentes peronistas consultados por este diario que los nombres sean el fiel reflejo de la integración que logró derrotar al Frente progresista. Esa "unidad en la diversidad" nadie cree que se vea en el gabinete. Lo dijo Agustín Rossi hace un tiempo en un programa televisivo: "El que ganó y está sentado sobre los votos es Perotti. El es ahora el líder del peronismo en Santa Fe".
Pedidos y perfiles
La semana pasada el primer candidato a diputado del Frente de Todos, Leandro Busatto, avisó que Alberto Fernández y el senador consensuarán nombres para el equipo de gobierno. Esto fue ratificado, el viernes, por un dirigente de primer nivel que ocupará una función clave en el gobierno peronista que se viene en Santa Fe. "Alberto le preguntó a Omar por Marcelo Sain, pero no parece ser el perfil que prefiere", apuntó. Y dio un par de nombres, que quedaron flotando en reserva, a pedido del interlocutor.
En los pliegues de la política hay terminología propia para los rumores sobre futuros gabinetes: "Si sonás, sonaste". Y mucho más a tres meses de las asunciones, toda una eternidad en términos políticos. Los nombres para el Ministerio de Seguridad son claves, porque Perotti ganó con el casi exclusivo leit motiv de "orden y paz". Buena parte de los votos al peronismo —específicamente al senador— fueron por el mal estado de la inseguridad en la provincia. Desde diciembre habrá que empezar a pagar la cuenta.
Dicen los que han trajinado la intimidad de Perotti y Javkin, que la relación entre ambos es buena. Ambos se necesitan, pero pertenecen a espacios políticos diferentes y deben construir sus mayorías. Javkin sabe que el objetivo a limar por parte del ex intendente de Rafaela tiene nombre y apellido: Miguel Lifschitz. De ahí la cautela del futuro jefe del Palacio de los Leones, quien está al tanto del deseo peronista de esmerilar al gobernador. Y evita caer en alguna trampa.
La relación entre Javkin y el socialismo no es lo buena que debería ser. "Es tortuosa, por los números y algunas riñas políticas", le dijo a LaCapital una fuente calificada. En los últimos días Lifschitz y Javkin mantuvieron un encuentro, pero la transición tiene sus bemoles.
Al margen de los traumas de la transición, Javkin y los socialistas deberán encontrar un camino común que los fortalezca frente a un adversario que quedó a un tris de ganar la Municipalidad, y que ya piensa que la próxima podrá cantar victoria. Créase o no, en el peronismo rosarino hay especulaciones sobre los nombres.
Javkin ya tiene in pectore los casilleros casi completos de su staff de gobierno. Al menos la primera línea. Habrá muchas sorpresas en ese mix, ciertamente joven y con equilibrio de género. "No quiero dar ningún nombre, falta mucho", se atalona el hombre de las grullas.
Cada cambio de ciclo político genera incertidumbre, especulación y ruidos de tambores de guerra. Máxime cuando ahora ese ciclo pasará en la provincia del Frente Progresista al peronismo. Y, en Rosario, después de 30 años, el cambio será entre el socialismo y un aliado, pero no socialista. Algunos se preguntan: ¿no habrá peor astilla que la del mismo palo? Hoy, todo está en discusión.
Si los socialistas y Javkin tensan demasiado la cuerda, correrán el riesgo de que los devoren los de afuera. Por lo pronto, ante la observación del panorama actual y de lo que viene, el peronismo rosarino no descarta ir por la presidencia del Concejo Municipal. "Ese es el primer cargo que anticipa los cambios de ciclo", se relamen los adláteres de Perón, Eva y Alberto Fernández.
Javkin va, viene, se reúne. Hasta mantuvo un encuentro con especialistas gastronómicos para intentar mejorar a Rosario en ese rubro. Lo mejor que hace el intendente electo es seguir caminando la calle. Esa acción es la mejor consejera para evaluar la realidad. Si los votantes definen el sufragio por los temas de sus dos metros cuadrados, los funcionarios deben comprobarlo de primera mano.
Perotti y Javkin se encontrarán con un país en terapia intensiva. Lo mejor que podrán hacer es no romper los juguetes, una mítica frase ochentista del Changüi Cáceres, cuando lideraba la Junta Coordinadora Nacional.
Los sindicatos estatales ya pusieron el grito en el cielo con la aparente decisión que había tomado el futuro gobierno peronista de dar por concluida la cláusula gatillo. Eso, generó un movimiento hacia atrás de los voceros justicialistas. Se necesitará mucho diálogo entre Perotti, Javkin y los representantes sindicales, máxime cuando está a la orden del día un eventual plan económico nacional que incluirá acuerdo de precios y salarios. Nadie sabe muy bien qué es lo que viene en 2020, porque tampoco nadie conoce cómo va a terminar 2019.
Ojalá que lo que venga sea mejor.
Por Matías Loja