Pablo Javkin no quiere que el paso de las semanas y las carencias de caja le bajen el precio a su gestión. Busca mantener altas las expectativas y, si es posible, construir una argamasa política que haga nacer al javkinismo.
Por Mauricio Maronna
Pablo Javkin no quiere que el paso de las semanas y las carencias de caja le bajen el precio a su gestión. Busca mantener altas las expectativas y, si es posible, construir una argamasa política que haga nacer al javkinismo.
No fue un movimiento episódico que se haya reunido en las últimas horas con el ex gobernador Miguel Lifschitz. Además de la tarea de gobernar, Javkin hace política. Y en la búsqueda de un espacio propio también se reunió con Rubén Giustiniani, Jorge Boasso y Luis Contigiani. Lo hará en las próximas horas con Eduardo Di Pollina. El líder de Creo sabe que si no construye un espacio propio que atraiga a referencias de diversas vertientes quedará preso de la estructura socialista. Despegarse de eso le permitió ganar la interna del Frente Progresista. Pero ahora tiene que ser Goliath, manteniendo la frescura de David.
Al margen de lo anterior, Javkin necesita asegurar mayorías en el Concejo Municipal, que vayan más allá de los acuerdos circunstanciales con el PRO, el PJ y Ciudad Futura. Ese "sí Pablo" que le permitió llegar hasta aquí con presupuesto aprobado se modificará a medida que las tensiones y las necesidades políticas vayan acercándose a los cronogramas electorales.
Lo que vendrá
El escenario rosarino está cargado de vectores progresistas, algo inédito en otras ciudades. Y los resultados de las últimas elecciones advierten sobre una paridad inédita. El Frente Progresista ganó por siete mil votos, contando con muchas voluntades que en 2017 fueron a Cambiemos y el año pasado se direccionaron hacia Javkin. El intendente, al fin el oficialismo, debe conservar ese voto y evitar un juego de tres que le provoque fugas.
Esa necesidad político-electoral puede pensarse a mediano plazo, lo que Javkin necesita (como todos los intendentes de la provincia) es plata constante y sonante para pagar las obligaciones de febrero. Para eso, también depende de la caja provincial.
El jefe del Palacio de los Leones quiere que Omar Perotti y Miguel Lifschitz dejen de lado las diferencias estruendosas, que haya señales acuerdistas y que, finalmente, las emergencias sean convertidas en ley. "Ya basta con las peleas estériles, lo importante ahora es otra cosa", se escuchó. En las últimas horas habían crecido las expectativas sobre un acuerdo "desde abajo hacia arriba" entre el ministro de Gobierno, Esteban Borgonovo, y legisladores del Frente. Ayer, sin embargo, las agresivas declaraciones públicas contra el anterior gobierno, de parte del ministro de Seguridad, Marcelo Saín, puso furiosos a algunos legisladores
Saín estuvo picantísimo contra la alianza socialista-radical que gobernó Santa Fe. "Son gente muy temerosa. Muy mojigata", disparó el ministro. "No nos dejaron nada en la caja. No tenemos un peso", agregó en una entrevista con una radio porteña.
Desde el gobierno provincial dijeron a La Capital que no bajarán ese nivel de críticas, aunque haya que negociar leyes con el Frente Progresista. "Lo que dice Saín es cosa de Saín, pero el gobernador lo respalda", agregó la fuente.
En el encuentro con el presidente de la Nación, Perotti se trajo el compromiso de Fernández de asistir a Santa Fe en materia de seguridad. "Tenemos que ir a fondo con el proceso de reconstrucción pos socialismo en seguridad", le dijo el jefe del Estado.
Volviendo a Javkin, es el principal aliado para acelerar las emergencias. Algo de eso hablaron con Lifschitz. También de la necesidad de fortalecer el Frente, respetando los posicionamientos de cada uno. "No siempre van a ser cien por ciento coincidentes las posiciones, pero en este caso la opinión siempre beligerante de Perotti (por propia boca o por Saín) no ayuda a lograr acuerdos", dijeron cerca del ex gobernador.
Del repaso del funcionamiento de la coalición oficialista y del futuro político se hablará en una reunión plenaria, en febrero. "El inicio de gestión de Javkin es muy bueno", considera Lifschitz.
El intendente mantiene su estilo abierto, de contacto mano a mano. Y debe subir la voz por la inseguridad. Aquella condescendencia de Mónica Fein con las políticas provinciales la llevaron a perder peso políticos. Javkin lo sabe y quiere actuar de otro modo.
Cuando gobernaba el peronismo la provincia, mejor le fue al progresismo en Rosario. Se trataba de gestionar el metro cuadrado del rosarino y hacer saber que la responsabilidad por la inseguridad era de los gobiernos provinciales. Cuando el socialismo tuvo que gobernar provincia y municipio vino la debacle. Por eso, no fue casual el pedido del intendente para que se tomen medidas urgentes.
Con Javkin asoma también un personaje de primera línea en la UCR. Y cada vez que hay más de dos radicales, hay interna. Algo de eso sucedió tras el convite del intendente a sus pares de boina blanca para hablar de economía y política.
Calma, radicales.