Una vista de la avenida Belgrano en los primeros años del siglo XX. Ya cerca del Centenario, en el verano del año 1909, se propuso que en esta arteria se podrían realizar los corsos o algunas fiestas nocturnas populares, debido a que con el termómetro a 38° no había otro paraje que la igualara en cuanto a aireación. Sin embargo, esta idea fue desechada por las escasas condiciones lumínicas que allí había, y se prefirió seguir adorando a Momo en las calles céntricas, ya que, como dijo La Capital de entonces, "la luna, a pesar de su plenitud luminosa y sus rayos, no puede nunca competir con los 300 voltios de la corriente eléctrica".