El presidente miró fijo a su interlocutor, tomó un largo sorbo de agua y lo dijo casi silabeando: "Massa es lo mismo. Fue el ministro coordinador de Cristina. Cuando estuvo en el Ansés no corrigió lo que ahora reclama. Es funcional, sino igual, a los K". El hombre que lo escuchaba, un viejo empresario que supo tratar mucho en el pasado a quien hoy es el titular del Poder Ejecutivo, dio un paso más: "¿Vos creés que te quieren voltear?", preguntó. Macri estaba dispuesto a responder cuando su jefe de Gabinete, otro de los dos funcionarios que acompañaban al presidente en la reunión en la residencia de Olivos, se le adelantó: "Nosotros, si algo tenemos, es experiencia para las crisis. Estamos tranquilos. Vamos bien", dijo Marcos Peña.
Mauricio Macri, dicen los que lo frecuentan a diario, está molesto. Ni nervioso, ni deprimido: molesto. Lo irrita que le digan que es un gobierno de CEO's y de pasantes y sostiene que no hay demasiado margen de maniobra para gobernar la Argentina que define como quebrada. "Somos especiales los argentinos. Queremos que el Estado no despilfarre pero pedimos aumento del gasto público sin control. Queremos que se cumpla la ley pero ante el menor inconveniente buscamos como saltar el cerco de la norma", le confesó el presidente a su viejo amigo empresario. "Es esto o Venezuela. Es esto o que vuelva el kirchnerismo", agregó en la misma charla sostenida unas horas antes de que el mandatario viajase a España.
Su irritación trepa a calentura cuando se insiste con el líder del Frente renovador. "Me equivoqué mal con Massa presentándolo como la oposición responsable", refiere el empresario que le dijo el jefe de Estado. "Está simplemente trabajando para octubre. Alguna vez, hay que pensar con un poco más de horizonte", graficó Macri. Cuenta el hombre de negocios que quiso recordarle que el líder de Tigre le había dado gobernabilidad en muchos proyectos del Congreso pero que el presidente lo cortó en seco.
Uno de sus ojos y de sus oídos como gusta definir al presidente a Marcos Peña expresó preocupación en ese mismo encuentro por el flanco judicial. "Hay un sistema de despachar denuncias diarias que complican cualquier gobierno. Si a eso le agregamos fiscales que le dan curso a cualquier imputación, el tema se complejiza", relata el empresario que le dijo Peña. Cambiemos ve la mano de Alejandra Gils Carbó en la embestida judicial. Hay pocos funcionarios como ella que cubran la cuota total de desagrado oficial. En ese lote se podría suma al fiscal Juan Pedro Zoni y, cómo no, a su colega Gabriela Boquin, la cuestionadora del acuerdo del Correo. El jefe de gabinete cree que en la sociedad se ha instalado que imputar es casi como procesar y que procesar es condena firme. Se nota que tiene en su escritorio las encuestas que muestran la baja de aceptación del gobierno post affaire Franco Macri con la empresa de correspondencia.
Pero ni Gils Carbó, ni los fiscales ni siquiera Massa son "el eje del mal" para el gobierno. Sin mencionarla, el fantasma de Cristina Kirchner sobrevuela en sus conversaciones. Ya en España, un ministro del gabinete asegura que el presidente Mariano Rajoy lo consultó sobre el futuro de las dos veces mandataria. Macri, cuentan, fue contundente: "Su capacidad de dañar a nuestro gobierno existe. Eso puede amplificarse si los resultados económicos que ya estamos viendo en la macro no se trasladan al día a día de todos".
Circula en los despacho oficiales un dossier que muchos han bautizado como "el libro de los brotes verdes". Allí se compilan algunos índice que pretenden entusiasmar al gabinete de Cambiemos: freno a la caída abrupta del empleo con un tímido comienzo de actividad, mejoras sustanciales en la actividad agropecuaria y mejoramiento en la relación con Brasil.
El problema es el bolsillo. El que perdió su fuente de trabajo está desahuciado. Esta semana no sólo fue Atanor sino suspensiones en automotrices y reducción de turnos de muchos sectores industriales. El que tiene trabajo volvió a percibir el sacudón en el bolsillo con aumento de transporte, celulares, prepagas y en góndolas de alimentos que parecen tener vida propia. Las mismas encuestas que demuestras que más de 60 por ciento de los argentinos entendió el caso del Correo Argentino como un hecho de corrupción o de falta de transparencia de este gobierno muestras que idéntico porcentaje a la hora de consultarlos sobre si está mejor o peor que el año pasado. El resultado no es positivo. Marcos Peña, el fanático de los sondeos, sostiene que esos guarismos son propios de la Capital Federal o de ejidos urbanos como Rosario o Mendoza. En aquella charla relatada al comienzo de esta crónica por el empresario amigo de Macri, el jefe de gabinete aseguró que la realidad de las megalópolis no tiene que ver con el resto del país. Miradas.
La primera semana de marzo servirá para pulsar la verdad al margen de los encuestólogos. Por un lado, se espera una movilización importante de la CGT en la que, finalmente no se anunciaría un paro general. De ser así, el gobierno debería entender que más changüí no puede darle el gremialismo. La duda es si los dirigentes de transporte y camioneros van a salir a la calle de manera contundente o lo harán de manera moderada para "salvar los papeles". Hay mucha bronca entre ellos y saben que las bases no admiten medias tintas.
Por otra parte, el conflicto docentes será un termómetro de la situación. Los gremios aprovecharon el primer hueco entregado por el gobierno y lanzaron un paro de 48 horas. En un sentido federal, no tiene demasiado sentido hacer una paritaria a nivel nacional cuando el servicio de educación es potestad de las provincias. Ahora bien: si esto se venía cumpliendo desde hacía años, ¿había necesidad de suspenderlo ahora?
Un sector radicalizado de los maestros lanzó 48 horas de paro y se levantó de la mesa de negociaciones. No conversan más. Desproporcionado. Claro que es una vergüenza que un maestro que se inicia perciba 9.000 pesos. Pero, ¿qué es lo próximo? ¿Paro por tiempo indeterminado? ¿Los chicos sin clases sine die? Eso es también inadmisible. Ni los gremialistas pueden jugar a la política con este tema ni, mucho menos, el gobierno apostar a desgastar el conflicto creyendo que opciones como la lanzada por las redes de "voluntarios" que se ofrecen a dar clases es la salida. Sin entrar a tamizar a algunos de los que se proponen, esa idea es propia de catástrofes humanitarias. Un botón más de la exageración argentina que agrieta más las posiciones dogmáticas y nos aleja de poder discutir, en serio, ideas, razones o conceptos.
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