Por Mauricio Maronna
Quedó demostrado por estas horas, un axioma de la política que circula entre bambalinas: "El peronismo es el único garante de las políticas de ajuste". Lo que no pueden los demás, el PJ lo logra en nombre de "los pobres".
El megapaquete aprobado por el Parlamento es una demostración de la cita con la que se inicia la columna. Imagínese el lector qué hubiera pasado si las iniciativas eran llevadas a consideración por Mauricio Macri. ¿Cuántos Gordo Mortero conjeturales habrían reaccionado? Pues bien, el gobierno de Alberto Fernández se dio el lujo de bloquear la movilidad jubilatoria por ley, menos para ex presidentes, jueces, fiscales y diplomáticos.
El cuanto menos folklórico espectáculo dado por los diputados durante el tratamiento del megaproyecto (con marcha nupcial incluida para el eterno Facundito Suárez Lastra), compensado por la soporífera sesión del Senado, le dio el proyecto convertido en ley a Fernández, pese a la rebelión de Juntos por el Cambio.
Lo cierto es que Fernández pudo hacer lo que Macri se vio impedido de llevar adelante por las manifestaciones populares. Es un punto a favor de la reforma previsional que vienen exigiendo desde "el mercado" y, fundamentalmente, desde el FMI. El organismo supranacional exigía la aprobación del cese de la movilidad jubilatoria para acompañar el futuro inmediato. Los diputados y senadores se lo regalaron en bandeja.
El amigo Héctor
Habrá que ver cómo compensa el gobierno su política de mayor carga impositiva con la necesidad política de incrementar el consumo. Por lo pronto, el que está feliz de la vida es el círculo rojo que anida en la Asociación Empresaria argentina. A ellos, y particularmente a Héctor Magnetto, el peronista Fernández les habló en el Four Seasson.
"Necesitamos terminar con las disputas estériles de tantos años. Lo tienen que hacer los medios, Héctor, lo tienen que hacer todos. Si no lo hacemos, vamos a seguir pedaleando en el pantano", dijo, dirigiéndose al CEO de Clarín.
Justo, unas horas después, el Senado emitió un comunicado acusando a Clarín de "actuar de mala fe, titulando de manera tergiversada con el objetivo de engañar a los lectores y seguir difamando a la vicepresidenta", Cristina Kirchner. Tenía que ver con una nota sobre los gastos de CFK por su custodia y el nuevo viaje a Cuba. Diferentes postales entre Fernández y Cristina respecto del enemigo preferido del kirchnerismo.
Sea como fuere, el futuro de los nuevos administradores de la cosa pública se definirá de ahora en más por las gestiones. En la Nación, en la provincia y en Rosario. Se escribió el jueves pasado en esta columna que, a diferencia de otros tiempos, no habrá luna de miel de parte de la sociedad con nadie.
Esa creencia social de "vamos mal pero estaremos bien" se impuso hasta que Macri chocó el carrito de golf definitivamente. Ahora, la sociedad demanda respuestas seculares, del metro cuadrado. Esto es así con la economía a nivel nacional, con la seguridad a nivel provincial y con los servicios a nivel municipal. Los premios vendrán por los resultados.
En forma de primicia se informa en esta columna que, por la situación de emergencia, el bloque de la UCR en la Cámara de Diputados de Santa Fe llevará el planteo de congelar dietas. En paralelo, se está acordando en el Senado una decisión similar. "Debe ser una decisión del cuerpo, no queremos que sea una ventaja política nuestra", dijo una fuente de la oposición, admitiendo la posibilidad de congelar las dietas legislativas.
El gobierno de Omar Perotti sufrió por primera vez las carencias que, en materia de seguridad, experimenta la provincia desde hace bastante tiempo. Como en una de esas recurrentes novelas sobre la temática narco de Netflix, en las últimas horas se escaparon caminando dos delincuentes de prontuario abigarrado. "Se va a poner picante", dijo el ministro de Seguridad, Marcelo Saín, antes de las fugas novelescas. Vaya si tenía razón.
No está de más recordar que el actual mandatario santafesino asumió diciendo que se "había establecido un pacto de gobernabilidad con el delito", algo muy grave que sólo mereció la respuesta del ex ministro de Seguridad, Maximiliano Pullaro. Curiosamente, pese a los problemas en el área, Pullaro fue el ministro que se fue con mejor imagen de la función pública.
En ese sentido, el ex titular de Seguridad fue generoso con Saín, de quién dijo que es "el que más sabe de seguridad" y lo comparó con el Che Guevara en relación a la posición más conservadora del gabinete de Perotti. Todo este contexto debería permitir que la seguridad se convierta en política de Estado. Si eso se generase, los presos no se escaparían y los niveles de violencia bajarían. La Nación debería contribuir con el envío de efectivos, como una política de mínima.
La cuestión del "orden y paz" que Perotti prometió en la campaña se irá mixturando con las necesidades económicas del Estado santafesino que, por lo pronto, llevó al gobernador a decidir el virtual cierre de la Casa Gris para enero.
Por allí pasará también el objetivo de máxima de Pablo Javkin. El orden urbano y las obligaciones salariales irán dando respuesta a su gestión. Javkin formateó un equipo de trabajo apostando a la renovación y a una forma personal de encarar la gestión de contacto más directo con la calle. Menos sillón y más trajín, parece ser el leit motiv.