Por Laura Vilche
Una vez más se demuestra que la discusión no es "a favor del aborto" (como irresponsablemente plantea la publicidad del candidato a presidente Juan José Gómez Centurión) o "en contra". La discusión es por derechos a una educación sexual integral para decidir, a elegir un método anticonceptivo para prevenir el embarazo no deseado y a transitar un aborto legal para no morir. Tres puntos claves de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito a la que adherimos miles, muchas de las cuales nos daremos cita este año en el 34ª Encuentro Nacional de Mujeres, en La Plata; un suceso único en su tipo en el mundo, federal, con asistencia de nietas, madres y abuelas de todo nivel social, masivo (se esperan este año la asistencia de 200 mil participantes) y disidente. Una ágora con 114 talleres de discusión: entiéndase que no es un Congreso donde hay conferencias u organización vertical, sino una asamblea gigante de problematización y discusión de todo tipo de temas que involucran a mujeres, lesbianas, travestis, trans, bisexuales y no binaries (quienes reivindican el derecho de no encajar en el esquema binario hombre-mujer), originarias, negras, migrantes, sindicalistas, precarizadas, trabajadoras de la economía popular, profesionales, amas de casa, cooperativizadas, campesinas, políticas, militantes, científicas, universitarias, meretrices, artistas, de cuerpos diversos, artesanas y tantas más.
Frente a esta amplitud y diversidad, dos organizaciones, Portal de Belén (PdB) y Asociación para la Promoción de los derechos Civiles (ProDeCi) buscan suspender en todo el país la aplicación del Protocolo del Aborto No Punible, en línea con el fallo de la Corte Suprema de Justicia de la Nación en el caso FAL (fallo histórico de 2012 donde se resolvió por unanimidad que las mujeres violadas podrán practicarse un aborto sin autorización judicial ni posterior sanción penal ni castigo para el profesional que practique la intervención). Pero si eso no fuera toda una embestida sobre una sentencia que sentó jurisprudencia (aunque provincias y funcionarios conservadores la resistieron siempre), estas dos organizaciones también van contra la venta de misoprostol, medicamento usado para abortar de manera segura hasta la semana 12 de embarazo que se fabrica en Laboratorio Industrial Farmacéutico (LIF), Sociedad del Estado de Santa Fe, y se distribuye en los centros de salud y hospitales de esta provincia.
Ambas demandantes autodeclaradas defensoras de "la salud pública, las mujeres gestantes y los niños por nacer" accionan contra el Ministerio de Salud y Desarrollo Social de la Nación y contra la Administración Nacional de Medicamentos y Tecnología Médica (Anmat) y solicitan medidas cautelares hasta que haya una resolución que quede firme.
Por eso los denominamos "antiderechos", porque son en su gran mayoría católicos, ultracatólicos del Opus Dei y evangélicos que quieren cercenar los derechos de otros miles que buscan ampliarlos y además se empecinan en seguir imponiendo a todos sus creencias como lo hacen desde hace centurias.
Es importante visibilizar los ataques de estos grupos que con sus luchas pretenden hacernos retroceder a todos a sociedades bien desiguales. Pero más importante es avanzar, seguir discutiendo y deconstruyéndonos todas y todos. Por eso, el Sindicato de Prensa (SPR) que nos nuclea a las trabajadoras y trabajadores de la comunicación de la ciudad acaba de publicar esta semana el Protocolo de Prevención y Acción en Casos de Discriminación, Acoso y Violencia por Razones de Género contra Mujeres y Personas LGTBI en el Ambito Laboral.
Se trata de una herramienta sindical impulsada por las trabajadoras y valorada por (aún pocos) trabajadores, que nos mantendrá en discusión porque está sujeta a revisión en los próximos seis meses y hará que el propio gremio también se mire hacia adentro. Un documento que prevé la creación de una comisión de género y detalla el accionar en situaciones que ya apremian o puedan apremiar a los que trabajamos en los medios. Un Protocolo que intentará plasmar más derechos y frenar las discriminaciones y relaciones desiguales de poder que ponga a las mujeres en desventaja con respecto a los varones.
¿Será fácil? Seguramente no.
¿Será posible? Sí, pero vaya a saber cuándo.
Dependerá de seguir trabajando y no sólo las mujeres, claro. Y también dependerá de resistir a las múltiples trabas de los que quieren imponer a todas y todos sus creencias religiosas: los antiderechos.