Concesiones, el área tal vez más criticada del municipio, volvió a quedar una vez más en escena esta semana. Fue cuando trascendió una denuncia de la EPE que alertaba sobre el presunto hurto de energía en la zona de bares de la costanera norte, un reducto muy redituable para los negocios gastronómicos que desde hace años está en manos de un empresario muy cuestionado por la oposición en el Concejo.
Los inspectores de la EPE detectaron a fines de septiembre pasado que una de las fases de un tablero que abastece el alumbrado público continuaba operando de día, a pesar de que las luminarias estaban apagadas.
Así se comprobó que una conexión partía subterránea hacia la zona de bares concesionados desde 2010 por el municipio.
Si bien la denuncia ingresó a fines de septiembre, en el municipio recién mañana darán a conocer la titularidad del bar al que llega esta conexión irregular. Las eternas pericias dejarán expuesto al concesionario, que explota un lugar público que en verano le da excelentes ganancias y que, como contrapartida, se engancharía de la luz.
La concesión de los bares de la costanera norte ya había sido blanco de agudas críticas por parte de ediles opositores. Tal vez el más vehemente siempre fue el radical Jorge Boasso, quien desde 2010 viene alzando la voz y advirtiendo irregularidades en la zona, y en 2014 directamente había pedido que se rescindiera una concesión por incumplimiento.
Por esos días Boasso alertaba que el concesionario, en manos del empresario Mario Cornaglia, no cumplía con las obras de remodelación de la zona que se habían fijado en el contrato que le otorgó la explotación de todo ese predio público por el lapso de 15 años.
Ese contrato fijaba en 2010 que para julio de 2012 las obras debían estar concluidas. Sin embargo, en diciembre de ese año, un dictamen del Tribunal Municipal de Cuentas, que audita al municipio, informaba que sólo se había cumplimentado el 22 por ciento de las obras.
A pesar de los antecedentes, y de denuncias de ediles que mostraban en la sesiones del Concejo la entrega de tickets no válidos para la Afip en esos bares (en rigor, esto también suele suceder en otros sectores concesionados, como en la costanera central), los reductos gastronómicos siguieron haciendo sin inconvenientes negocios privados en terrenos públicos.
Con fortuna
Casi como un cachetazo que por fortuna para el oficialismo se conoció tres días después de las elecciones, la denuncia de la EPE deja en evidencia esa suerte de impunidad con que se mueven algunos empresarios ante una notable falta de control. Y el mismo concesionario que en 2010 era blanco de críticas, vuelve a adueñarse de la escena siete años después.
La ausencia de control terminó de la peor manera con otra concesión, la de la explotación del International Park en el corazón del parque Independencia. Allí, la absurda muerte de dos nenas también terminó interpelando al municipio.
Y si de interpelaciones se habla, tal vez eso es lo que hace desde hace años en las barrancas del parque Urquiza el que alguna vez fue el emblemático bar Munich. Una concesión que se entregó en 2013 y que por desavenencias contractuales el municipio no logra destrabar.
Así, si se tiene en cuenta que en 2011 se rescindió la concesión del anterior explotador y que el nuevo aún no abrió, en pleno barrio Martin la administración Fein edificó su propio Monumento al Pozo.
Mientras tanto, en la costanera central se le dio el okey a la explotación de un gimnasio privado, vidriado, muy direccionado al segmento ABC1, en uno de los sitios públicos más bellos de la ciudad.
Como se ve, si el transporte es una suerte de talón de Aquiles para las administraciones socialistas, las concesiones se transforman en una especie de prurito permanente que no logra sanar. Y que cada tanto pica y recuerda desaciertos.