En estos últimos días, hemos asistido a innumerables actos de inseguridad urbana, definiendo a éstos, como la acción de unos pocos en detrimento y en contra, de muchos otros.
En estos últimos días, hemos asistido a innumerables actos de inseguridad urbana, definiendo a éstos, como la acción de unos pocos en detrimento y en contra, de muchos otros.
Estos hechos se desarrollan en un espacio- tiempo- urbano medible y vivenciable como Ciudad, en los cuales el desarrollo urbano ha sido en algunos casos exponencial, fomentado por medidas económicas que permitieron un crecimiento regional, escapando de esta manera Rosario de un análisis particular a una visión Metropolitana.
Es aquí cuando tenemos que hablar de Equidad urbana en el desarrollo. La desigualdad y disparidades de ingresos y posibilidades son hoy mayores a las de antaño. Los barrios marginales, y la desigualdad urbana siguen en aumento, lo que refuerza otras desigualdades como los servicios básicos, la educación, la salud y, obviamente, el espacio urbano de las ciudades divididas por fronteras no materializadas.
Así aparecen en una misma ciudad, la ciudad que funciona y la que no, la ciudad que se puede mostrar y la que se debe ocultar, la ciudad de alta y de baja clase social, sumándole a esto particiones materializadas o físicas que se transforman en exclusión social, económica y cultural.
La búsqueda de equidad hasta esos tiempos ha quedado relegada en la agenda política.
La equidad aparece como subordinación o hecho posterior al desarrollo, cuando lo que se debe programar es el desarrollo o crecimiento con equidad, no de manera antagónica, sino como formula integrada.
Cuando el desarrollo es sin equidad, se producen las fragmentaciones. Las fragmentaciones físicas y sociales constituyen hoy los mayores conflictos de las ciudades de América Latina y debería ser una preocupación central de las políticas públicas urbanas.-
Las fragmentaciones urbanas, indefectiblemente, generan antinomias territoriales. No nos vamos a referir a los territorios que gozan de las bondades del desarrollo económico, sino a aquellos territorios urbanos, los cuales y pese a la realidad del relato nacional y popular, en esta década ganada, los dejo de lado.
Las diferencias provocan violencia. La violencia se desarrolla en un territorio. Los territorios se transforman por las relaciones sociales. Por las diferencias, los territorios se transforman en violentos.
¿Como definimos hoy los territorios urbanos violentos?
Son los espacios urbanos donde el Estado no ha llegado, donde por consecuencia y secuencia, se concentran las degradaciones sociales, donde la violencia los invadió, donde conviven delincuentes y víctimas, sometidos a una cultura criminal como árbitro de relaciones y conductas básicas.
La caracterización de estos territorios urbanos violentos, se califican.
Se caracterizan, por carecer de infraestructura, por falta de expectativas y estímulos a la juventud, por familias desarticuladas, por la desnutrición no solo alimenticia, sino, desnutrición de la imagen papá o mamá , la falta de deporte, la falta de una vivienda digna generadora de sentido de pertenencia, desnutrición cultural y educativa, delitos de gran exposición mediática por la agresividad y connotación, agresiones, riñas, alcoholismo, robo, prostitución y drogas.
Estas características, no solo abonan la idea del Estado ausente, sino, que se hace imposible su control desde las estructuras del mismo Estado, afectando, estos territorios violentos, la gobernabilidad, la posibilidad de incorporarlos a la trama urbana, recomponer el tejido social y generar la seguridad ciudadana que se reclama. La inseguridad y la violencia urbana, lamentablemente en franco avance, como aclare anteriormente, no solo se manifiesta en las grandes ciudades. Avanza, hacia y desde la periferia. Atentando contra el ciudadano. Y quiero decir ciudadano como la persona que ejerce su rol cívico y compromiso ciudadano, aquel que no debería tener esa sensación de inseguridad, aquel que no debería sentir esa fragmentación de clases y su consecuente fragmentación social como comunidad, sin sentir seguridad encerrándose, armándose y haciendo justicia por mano propia, léase linchamientos al día de hoy.
No se debe priorizar la seguridad en detrimento de ciudadanía. La seguridad debe ser una manifestación de ciudadanía, por lo tanto no se debe priorizar ciudad sobre ciudadanía
Tenemos la necesidad de intervenir el territorio para satisfacer las necesidades de la sociedad actual, y la responsabilidad de preservar suelo para las generaciones futuras, tenemos la obligación de construir ciudad con ciudadanía.
(*) Subsecretario Obras Públicas municipal