La economía argentina fue duramente golpeada por la pandemia durante 2020, ya que se convirtió en un problema de salud pública tan grave que obligó a reducir la actividad casi a 0, provocando el estancamiento de la economía y la disminución de la mayoría de los indicadores de crecimiento del país. Sin embargo, ya desde el principio de la crisis varios entes auguraban una recuperación económica relativamente rápida y Argentina no era la excepción, a pesar de que ya veníamos enfrentando una crisis económica desde antes.
El conflicto en Ucrania y muchos otros factores distintos terminaron por favorecer a la economía argentina, principalmente al incrementar los precios de exportación de la mayoría de las materias primas extraídas en suelo argentino, incluyendo las energías, el petróleo y el gas. Con todos estos factores es de esperar que hayamos percibido un boost en la recuperación, reconocida además por entes internacionales como el FMI, además de los distintos valores argentinos que recientemente alcanzaron máximos históricos en la bolsa de valores, permitiendo a los inversores aplicar estrategias de trading rentables con dichos valores de renta variable.
Se prevé un crecimiento del 4%
A lo largo del año el FMI ha ido mejorando la previsión del crecimiento económico de la Argentina, siendo este último incremento de un 1.5%, alcanzando cifras que en un principio no se pensaban posibles. De esta manera, para finales de 2022 se espera que las arcas públicas argentinas crezcan alrededor de un 4%, cifra que, por supuesto, podría cambiar a medida que los acontecimientos internacionales continúan modificándose.
En 2021, el crecimiento alcanzó las 2 cifras, con un 10,2% según el FMI y para 2023 se espera que el país crezca un 3%. Con respecto a la inflación, se espera que se reduzca este año al menos a un 48% y en el 2023 a un 42%, lo cual sigue siendo alto, pero es una mejoría con respecto al año 2020. También se espera que el desempleo baje a 9.2% en 2022 y hasta un 8.1% en 2023.
Argentina crece, el mundo retrocede
Lamentablemente, el mes de marzo inició con una lamentable noticia: el inicio de un nuevo conflicto armado entre los territorios eslavos de Rusia y Ucrania, con lo cual, además, el mundo entero vería truncada la recuperación económica post-covid. Este retroceso para los países desarrollados, sin embargo, se traduce en una oportunidad de crecimiento para los países en vías de desarrollo, lo cual muchos de los países latinoamericanos han sabido aprovechar.
Sin embargo, el riesgo de inflación global ha incrementado, y muchas de las rutas comerciales establecidas hasta la fecha han tenido que replantearse. Europa es probablemente el continente que más ha sufrido las consecuencias, debido a la cercanía con Rusia y sus acuerdos comerciales, que reducían sustancialmente el costo vital de los países en esa región. De empeorar las relaciones con Rusia y continuar la guerra en Ucrania, mayor sería el problema en los países europeos, teniendo que recurrir a soluciones mucho más costosas, que incrementarían incluso aún más la inflación en esos territorios. Para Argentina, sin embargo, las previsiones son contrarias a esta tendencia global, ya que muchos de estos países empezarían a acudir a los países latinos como proveedores de materias primas que ya no obtendrían de Rusia.