"Fue un momento único e irrepetible. No hizo falta nada. Los resultados del análisis, el protocolo y todo lo demás pasaron a otro plano. Cuando la miré a los ojos me vi a mi mismo. Supe en ese instante que yo venía de ahí". Así resume sus emociones Mario Bravo, el nieto 119 que la semana pasada recuperó su identidad y pudo conocer a su madre gracias a la ayuda de Abuelas de Plaza de Mayo.
En su casa de Las Rosas, la cabecera del departamento Belgrano donde un matrimonio lo adoptó hace 39 años, Mario repasa su historia, una y otra vez, con una serenidad asombrosa. En la medida en que le dan los tiempos atiende el teléfono para hablar con periodista de todos los rincones del país y contar sus emociones mientras espera que se diluya la ráfaga de fama que ganó su historia en los medios nacionales y del mundo. Intenta así recuperar su tranquilidad y, por sobre todas las cosas, lograr el tiempo necesario para reencontrarse con Sara, su mamá biológica, de quien fue apartado apenas nació en Tucumán, donde estaba secuestrada por referentes de la última dictadura cívico-militar, en 1976.
El martes último fue el protagonista de una conferencia de prensa junto a los dirigentes de Abuelas de Plaza de Mayo, en la que dieron a conocer su historia. Es el tercer hijo recuperado en 2015 y el sexto en reencontrarse con su madre.
Darse cuenta. "De que no venís de este grupo familiar lo sabés desde chico. Pero para mí, mis padres eran los que me criaban en ese momento. Los valores que me estaban inculcando fueron siempre buenos. Cada persona es única y por eso seguirán siendo mis padres, porque me dieron todo el amor y todo lo que pudieron", aclara Mario.
De pequeño comenzó a atar cabos y ya adolescente empezó a relacionar sus orígenes con la historia del país. "Cuando tenía 17 años me fui a estudiar medicina a la universidad. Ahí empecé a relacionarme y dimensionar la historia. Entendí en qué consistió la dictadura. Después empecé a desglosar algunas cosas que me dijeron cuando era pequeño y que no me cerraban", recuerda.
También entendió que muchas cosas que le habían contado sus padres formaban parte de su verdad y las respeta. "Ellos lo contaban contentos y orgullosos, pero para mí no eran tan así". Entonces empezó a plantearse dudas que finalmente lo llevaron a tomar la decisión de consultar con Abuelas de Plaza de Mayo. Se comunicó por mail con la institución cuando su madre adoptiva aún estaba viva. "Tenía miedo de herir sus sentimientos y muchos temores por propia ignorancia sobre el entorno y sobre en qué consistía la ayuda de ese organismo. Porque no le pasó nunca a alguien cercano", explica.
Fue así que, con el permanente apoyo de su esposa Maru, en febrero de este año tomó la decisión de entablar contacto personal con Abuelas. Lo convocaron a una entrevista personal y contó lo que sabía de su historia. También narró lo que le habían contado y explicó sus dudas. Tuvo una serie de entrevistas, pasaron los meses y el 26 de agosto de este año, 20 días después del fallecimiento repentino de su madre de crianza, lo llamaron para que me presentara en el hospital Durand en Buenos Aires, donde funciona el Banco Nacional de Datos Genéticos para extraerle una muestra de sangre. Lo que él contaba podía coincidir con una investigación iniciada anteriormente.
Era lo que él estaba esperando, lo que más quería. "En ocasiones estos casos se toman como tabú. Mi generación no habla libremente de adopciones y hay muchas personas que lo toman mal, se deprimen o sienten presiones. Eso es lógico y respetable, pero en mi caso no fue así", señala, y agrega que "en Abuelas recibí una contención impresionante. Me trataron muy bien y me ayudaron en todo momento. Ellos también son hijos y nietos de desaparecidos entonces saben de lo que están hablando y la mejor forma de contenerte".
La noticia. Hace 15 días lo llamaron para informarle que tenían una serie de dudas y querían otra entrevista en la filial Rosario de Abuelas. Para entonces ya estaba muy ansioso, habían pasado dos meses de la extracción de sangre y quería saber si había novedades. "En ese punto, de algún modo quería confirmar algo o descartarlo para ver si seguía por ahí o comenzaba la búsqueda por otro lado —dice—. Había algo interior que me decía que sí, que estaba en el camino correcto. Ellos me pedían que me tranquilizara porque existía la posibilidad de que la búsqueda no arrojara resultados y la desilusión sería muy grande".
El lunes 26 de noviembre fue a un encuentro en Abuelas Rosario y le dieron la noticia de que los datos tenían compatibilidad con otra investigación en un 99,999 por ciento. Habían encontrado a su madre. "Mi esposa me tomó de la mano y empezó a llorar, porque hace años que ella me ayuda para impulsar esta búsqueda. Ahí comenzó a pasar la película de mi vida en blanco y negro. Luego me explicaron que mi mamá estaba viva y se quedaron mirándome. Esperaban mi reacción, pero no asocié que la investigación venía por Abuelas. Dentro de mi ansiedad esperaba encontrar a una abuela, un primo o un tío, pero no a mi mamá y menos viva".
"Me quedé esperando que me explicaran que la investigación pasaría a otro organismo y ahí me dijeron: «Sos el 119». ¿Cómo el 119 y con mi madre viva?. Entonces me contaron la otra parte de mi historia, que mi madre había sido secuestrada y que nací durante su cautiverio. Me preguntaron si quería hablar con ella", rememo-
De hijo único, a seis hermanos y 16 sobrinos. Mario tiene dos hermanas mayores y cuatro hermanos más chicos. Todos están casados y tienen hijos. Por su parte, él y su esposa Maru tienen a Guido, de 15 años; Gonzalo, de 11, y Clarisa, de 8. "La historia de mi madre fue muy triste. Cuando salió de cautiverio se enteró que sus padres, también adoptivos, habían fallecido. Una de sus hijas estaba en un orfanato y la otra de un vecino.
Tuvo que rehacer su vida literalmente y lo logró con creces. Hoy tiene una gran familia, con numerosos nietos y un biznieto, y además recuperó la parte que le faltaba", explica Mario a La Capital. Y cuenta que "todos se criaron sabiendo que había un tío que faltaba. En las fiestas y en todas las reuniones de familia era un tema presente. De modo que también fue grande el impacto cuando mi madre le comunicó la noticia a su familia. Mis sobrinos de Tucumán crearon el grupo de WhatsApp «bienvenido tío Mario». Fue algo increíble. Vengo de ser único hijo y de repente tengo seis hermanos y 16 sobrinos", se emociona, y repite la broma que hizo en la conferencia de prensa en Buenos Aires: "Un gasto terrible para Navidad".
En ese contexto Mario se define como "muy familiero", porque adoptó a la numerosa familia de su esposa como propia, y a sus suegros como los segundos padres. "Nos reunimos con cada excusa que aparece. Todo es motivo para festejar, y ahora se suma toda esta gran familia de Tucumán".