La organización del sueño, se estructura a lo largo de nuestra vida, pero son fundamentales los primeros meses para tener en el futuro un dormir tranquilo y reparador y una vigilia productiva.
La organización del sueño, se estructura a lo largo de nuestra vida, pero son fundamentales los primeros meses para tener en el futuro un dormir tranquilo y reparador y una vigilia productiva.
El bebé duerme y apenas entreabre sus ojitos ante un roce o un estímulo que lo sobresalta. En esta etapa de la vida el sueño ocupa casi el 70% de su día. Es casi imposible diferenciar el estado vigil del estado de sueño en los primeros días de la vida, porque cuando el bebé se encuentra en estado de vigilia tranquila sólo podría identificarse por medio de un registro polisomnográfico. Lo importante es que el sueño Rem ya se identifica como tal desde el nacimiento, aun en el bebé prematuro, pero no antes de las 28-30 semanas de vida intrauterina.
En cambio, el sueño No REM se va estructurando con el correr de los meses, siguiendo las pautas de la maduración cerebral. En la medida en que esta se define se definen también sueño NoREM, proporción de sueño REM y vigilia. Esta condición es de tal importancia que quienes trabajan con estudios polisomnográficos de neonatos y lactantes pueden sugerir con aproximación si la maduración neurológica de un niño se relaciona con su edad cronológica.
El recién nacido a término tiene tres estados de sueño: activo, quieto, e indeterminado. El tiempo total de sueño de un recién nacido ronda entre las 16 y 20 horas. La organización del sueño nocturno se estabiliza a los 6 meses de vida por lo que los trastornos para conciliar y/o mantener el sueño a partir de ese momento estarán estrechamente ligados al estilo de vida familiar.
Es importante tener presente que, como dice Pierre Passouant (investigador francés que realizó aportes de gran trascendencia a la investigacion del sueño en este siglo) "los sueños, expresión psíquica del sueño paradojal (REM) no se manifestarán en el niño hasta la edad de 2 ó 3 años, pero a partir de entonces acompañarán al sujeto hasta el fin de sus días, aunque él no lo tenga presente, lo olvide o lo niegue. El sueño REM nace con nosotros y está presente antes de la vida extrauterina.
El requerimiento de sueño en niños y adolescentes es el siguiente:
Recién nacidos:16 hs/día.
Bebés (hasta 6 meses): 13-14 hs.
Niños: 12-14 hs.
Pre-escolares: 11-12 hs.
Escolares (6-12 años): 9-11 hs.
Adolescentes: 9-9 y 1/4 hs.
En muchos casos de trastornos en niños y adolescentes es necesario estudiar su sueño nocturno mediante un polisomnograma. Este estudio descartará la posible existencia de trastornos que puedan requerir una especial atención médica y, aunque estos casos no son la gran minoría, siempre se deben adoptar los métodos que ayudan a tener un diagnóstico preciso. El estudio es muy sencillo y nada agresivo. Las variaciones del sueño desde el nacimiento hasta pasada la adolescencia requiere que el evaluador posea gran experiencia a efectos de no crear confusión en el médico tratante y preocupación en los padres.
Las modificaciones que plantean las distintas edades son muy significativas y pueden llevar a diagnósticos erróneos. Es muy importante recordar la trascendencia de la maduración del ritmo vigilia-sueño; la edad del paciente; el entorno familiar; los antecedentes perinatales y familiares y los factores psico-afectivos.
El número de consultas por problemas del sueño ha crecido en los últimos años. No obstante, hay negación y ocultamiento. Los hábitos de la sociedad estimulan el alerta y la modas perturban la continuidad del ritmo vigilia-sueño (pijama party, TV, PC). Por eso, ante un niño o adolescente con déficit de atención o alteración de conducta es conveniente evaluar hábitos familiares y descartar alteraciones del ciclo vigilia-sueño.
Margarita Blanco
Medicina del sueño